La ausencia de los días
Entrevista con el director turco-italiano Ferzan Ozpetek en ocasión de
su visita al Festival La Mostra de Valencia, edición 2019, en donde se le ha
entregado un premio por su trayectoria.
Mediante sus historias ha sabido retratar personajes que a través de
exilios interiores, vidas cruzadas de pasado y velos de deseos que se desgarran
en las miradas de otros, una filmografía sensible a las incertidumbres de la
existencia y de las identidades personales.
Cabe destacar títulos como La ventana de enfrente; El hada ignorante, Rosso Istanbul y
Napoli velata como films para introducirse en el mundo de Ozpetek. En relación al
último largometraje mencionado nos adentramos en su relación con este lugar que
da escenario a una tragedia llena de matices.
¿Cuáles son tus recuerdos sobre Nápoles?
Tengo mucho apego a la ciudad.
Por eso también en mi última película se ve un barco que sale de un puerto que
es el de Nápoles, como a mí me pasó hace muchos años yendo hacia Sicilia.
Tengo una relación casi visceral
con Nápoles y siempre ha sido así, siempre he tenido muchísima fascinación por
la ciudad. Allí he hecho dos óperas en el Teatro San Carlos. Una Traviata que
tuvo un gran éxito y ha estado en cartel cinco años y luego Madame Butterfly.
Es una relación de confianza con
la ciudad y siempre he dado vueltas de una forma muy tranquila, a pesar de las
advertencias de la gente.
Yo creo que Nápoles vive un
momento muy interesante e incluso en algunas cosas es más importante que Roma,
por ejemplo en la organización, eventos de arte…
Hablar de Nápoles y sus
contrastes es muy fácil si conoces su belleza.
¿Cómo fue la historia en la que el presidente de Italia te llamó por
teléfono?
El presidente Giorgio Napolitano
fue elegido dos veces, el segundo mandato fue más corto. Un día me dijeron que
habían visto al presidente entrar al cine Barberini para ver el estreno de una
película mía. Dos días después pidió mi número de teléfono y me llamó. Entonces
fue muy halagador para mí que me llamara un presidente de un país, que es una
persona muy importante y que ha sido muy relevante desde una perspectiva humana
y cultural. Además él es oriundo de Nápoles, verdaderamente ha tenido un doble
valor.
Tenía mucha curiosidad, me
preguntó muchas cosas; sobre la elección de una escalera y otros aspectos de la
película; por ejemplo cuando estás en una callecita alejada y notas los pasos
de una mujer que se aleja, eso es algo que de alguna manera se adentra en la
cultura napolitana.
Para mi hablar con él durante
media hora ha sido casi como un Oscar.
Para hacer un cierre con Nápoles; ¿Cómo ve la relación de la ciudad con
Maradona?
Es una relación loca porque lo
aman muchísimo, tanto como para celebrarlo en el Teatro San Carlos, que es un
edificio sagrado para la cultura. También hay que tener en cuenta que Maradona
fue un genio, no solo fue un futbolista sino un artista del fútbol. En los
últimos tiempos dice cosas con las que no estoy de acuerdo para nada, pero eso
sí, es intocable para los napolitanos.
En Rosso Istanbul hay una
relación muy fuerte entre la memoria y el largo recorrido de un artista; en
este sentido; ¿Cómo describiría la influencia de su madre en su forma de ver el
mundo? ¿Podría contarnos algo sobre la historia de ella?
Los padres son fundamentales en
el crecimiento de un niño, creo que si mi madre no me hubiera apoyado en mis
decisiones en cuanto al cine, a la pintura y a la música no hubiera tenido la
mirada y apertura mental hacia el mundo.
En ese sentido hay una anécdota
de cuando era chico que sucedió en la escuela; una profesora había afirmado que
los griegos y los armenios habían hecho mucho daño a los turcos. Días después
mi madre se presentó ante la profesora, recriminándole que enseñara el odio en
clase.
Es muy importante en el ámbito
del debate sobre la posibilidad de que haya dos hombres o dos mujeres como padres de un niño… pienso que lo más
importante es el corazón y el cerebro; mi madre tenía los dos en armonía total,
tanto conmigo como con todo el mundo. Eso es lo más importante como valor, y
vale para todos.
Tanto en mis películas como en mi
libro hay muchas referencias a mi madre, ha sido un personaje muy importante
para mi vida. La importancia de una madre se nota con el paso del tiempo y
cuando no está contigo, lo notas en las decisiones que tomas.
En la portada de la novela de Rosso Istanbul se ve una foto de ella en
su segunda boda, con mi padre. Una de las cosas que me acuerdo de ella es que
cuando murió su primer marido, ella dijo: “Se ha ido una persona que he amado
durante toda mi vida”. Yo le pregunté: ¿Y mi padre qué? Si luego te has vuelto
a casar…
Me respondió: “¿Cómo eres
director y no puedes entender que en la vida se pueden amar a dos personas al
mismo tiempo?
¿Qué reflexión te merece la obra del argentino Manuel Puig?
Lo he amado tanto, me ha gustado
mucho como autor, compré su primer libro cuando tenía 18 años. Era una versión
en italiano de El beso de la mujer araña,
todavía no había salido la película, lo compré porque me lo había recomendado
una amiga.
En esa época no conocía muy bien
el italiano y buscaba algunas palabras en el diccionario; también me ha gustado
mucho La traición de Rita Hayworth.
Los dos compartimos el hecho de haber estudiado en la Academia en Roma.
Como dato extra le menciono que hay un documental sobre la relación de
Manuel Puig con su pueblo que se llama Regreso
a Coronel Vallejos, en donde se relata parte de su infancia, la relación
con su madre, el cine y los problemas que lo hicieron alejarse para siempre de
su lugar de nacimiento.
Que interesante, hoy la gente
parece haber olvidado a Manuel Puig en Italia.
Otro dato sobre el documental, la madre de Puig se sentía atrapada en
el pequeño pueblo en donde vivía, entonces para escaparse de esa situación iba
con el hijo todos los días al cine. De alguna manera Puig recreó en algunas de
sus obras, esa vida paralela del pueblo y empezó a construir su amor por el
cine y sus historias.
En algunos de sus personajes hay una lucha contra la soledad y la
ausencia que parecen generar distancias de rescate emocional entre ellos, en
este sentido; ¿Cómo es su trabajo en la estructura narrativa para mantener las
tensiones en la trama?
Cuando estoy en el proceso de
realizar una película, no pienso en que quiero hacer esto o transmitir este o
aquel mensaje, o hablar de la soledad; creo que tengo una manía con la ausencia.
Recuerdo una frase de Attilio Bertolucci, padre de Bernardo, que era una grandísimo
poeta, que decía algo así como que la ausencia agudiza la presencia, es una
frase difícil de traducir. Entonces creo que por eso siempre empiezo con esta
idea muy fuerte; esto también tiene que ver con lugares, barrios.
En una época de diversas identidades que se reivindican, y en un
contexto en donde la tecnología es un nexo clave en la relación entre las
personas; ¿Cómo ve la fragilidad de los vínculos actuales?
Creo que a la tecnología hay que
saber dominarla, depende mucho de la forma en que cada uno usa la tecnología,
Internet, Instagram, la forma en la que escribes. Conozco muchas personas que
ni siquiera usan el móvil, aunque sean un porcentaje minoritario, todo depende
de la relación que estableces con la tecnología.
¿Cómo es su relación creativa con Gianni Romoli y qué sensaciones tiene
al volver a València al Festival La Mostra? Aquí, finalizando la década del 90
obtuvo el premio del público por su película Hamam: el baño turco.
A Gianni lo conozco hace 37 años,
somos amigos, he hecho con el 9 películas, es una persona muy importante para mí,
como persona y como guionista. Con respecto a Valencia, estuve aquí en 1997. Ha
sido muy impactante volver, han pasado 22 años y han cambiado muchas cosas, ha
cambiado el mundo en general, he envejecido con respecto a mis 38 años de aquel
entonces. El mundo es otro, no había pasado el atentado a las Torres gemelas;
al mando del mundo están unas pocas familias que crean unas dictaduras; a nivel
económico financiero hay una situación que no mira y no tiene en cuenta las
exigencias de las personas, es un mundo que no me gusta y espero que pueda
cambiar.
Ha cambiado mi perspectiva hacia
al mundo en general; también debo decir que ayer cuando di vueltas por la
ciudad comprobé que València es un lugar que me complace mucho volver a
visitar.
La diosa fortuna de 2019 es
la última película de Ferzan Ozpetek.
Agradecimientos especiales:
A Guilermo Arazo, responsable de Comunicación en Mostra de Valencia –
Cinema del Mediterrani.
A Silvia Bagnale, del equipo de intérpretes proporcionado por Sentamans Traductores e Intérpretes por la traducción simultánea.
A Germán Caballero por la fotografía.