lunes, 19 de diciembre de 2011

De Brasil a tu cabeza (Adelanto de la revista de El Teatro Bar)


Macaco Bong: De Brasil a tu cabeza

De visita por El Teatro Bar, de la mano de Pez, charlamos con Bruno Kayapy, guitarrista de Macaco Bong, una de las bandas más interesantes del circuito brasilero actual.

El tipo estaba sólo. Sentado con un sombrero de cowboy, con los pies apoyados en otra silla y con una aparente cara de pocos amigos; ajeno a los gritos que provocaba la play en el camarín. Nos acercamos y nos dimos cuenta de que estábamos equivocados. Las risas, la música y el portuñol nos acercaron a una charla entre dos países.

¿Cómo fue en tus comienzos tu relación con la música?

            Comenzó con mi familia, mis padres son amantes de la música; pero yo no tuve mucha influencia de la música que ellos escuchan. A los 7 años empecé a tocar intuitivamente, cuando cumplí los 8 años, mi primeros discos fueron Nevermind de Nirvana y Cowboys from Hell de Pantera. Entonces enloquecí, y estaba escuchando el día entero ese disco de Pantera, y mi madre decía: “Noooo” (Risas).  
Pero después se puso feliz, porque con 11 años ya quería tomarme la música en serio, empecé a tocar el violín y música clásica brasilera, fui a Conservatorios. Con 12 años era un metalero que escuchaba música pesada, clásica, estaba 12 horas por día tocando en mi casa. No quería ir a la escuela, sólo quería tocar la guitarra. A los 15 años tuve mi primera banda; Macaco Bong es mi segunda banda. También creo que mi formación musical fue altamente intuitiva. Casi no tenía amigos, porque me invitaban a jugar al fútbol y no iba. Hasta que Pantera me cambio la vida… (Risas).

El origen

Macaco Bong es una banda que nació en Cuiabá, estado de Mato Grosso, Brasil en 2005 - nos cuenta Bruno. Tocamos en todo Brasil a través del Circuito Foro Do Eixo consolidando nuestra identidad, y también generando lazos con otros países. Sacamos un disco llamado Artista Igual Pedreiro.

El título del disco cuya traducción es Artista igual obrero (2009), dice mucho sobre esta banda que hace del circuito independiente una atmósfera propia y compartida, un camino y puente, una red que se autogestiona a través de festivales y gestiones asociativas mas allá de lo musical. La sinergia de la cultura que trata de esquivar los monopolios de los grandes sellos y conectarse de manera alternativa con la mayor cantidad de personas y lugares posibles.

¿Cuáles son las referencias musicales?

Las referencias son varias, el rock, jazz, el metal.

¿Es un desafío combinar todos esos géneros en un sonido propio?

Es la forma que encontramos de expresar nuestra música. Somos instrumentales, es una bola de rock, un poco pesado. No tenemos más pretensiones que la de tocar lo que nos gusta.

La relación con Pez
Si bien Macaco Bong es diferente a Pez, comparten por momentos algunas intenciones estéticas, pero por sobre todo, la libertad del hacer, el desafío tácito de lo instrumental y la conexión humano-musical.
¿Cómo nació la relación Pez y Ariel Minimal?

Nosotros los llevamos a un festival que organizamos allá, Calango, tuvieron muy buena repercusión y nos hicimos muy amigos. Después surgió la idea de venir a la Argentina, tocamos juntos en Niceto Club y ahora aquí. En octubre van de vuelta a Brasil.

Brasil y su contexto musical

La escena brasilera se encuentra en un momento muy interesante, en donde nuevos formatos de tecnología social a través de Internet están funcionando mucho.
La música de Brasil es vista como un estereotipo, pero no es sólo eso. Se ve a una música brasilera de vanguardia, como Caetano Veloso, Gilberto Gil, Hermeto Pascoal, Elis Regina, Tom Jobim. Pero las cosas han cambiado, aparecen bandas nuevas que se suman a un lenguaje de música clandestina.
Todo se ha diversificado, hay muchos estilos de bandas en Brasil, muchos artistas en diferentes géneros. Esto no pasaba en los años 90, ahora hay una integración de distintos estilos que se ve en muchos festivales, y el público brasilero adora esa diversidad.   
            Como banda tenemos un proyecto que se llama Macaco Bong y convidados, y armamos una movida nocturna de invitados en un estudio llamado SP, en San Pablo, en donde una vez por mes, con invitados diferentes tocamos en nuestra casa.

¿Cómo toman el desafío de la comunicación de su música?

            Al principio fue gracioso, porque éramos demasiado pretenciosos; también éramos managers y  productores de bandas. Cuando empezamos con Macaco, también pensamos que era una forma de conectarnos, con las ciudades pequeñas. En ese entonces se empezó a fundar el Circuito Foro do Eixo y se dio un intercambio mayor entre los estados: Goiás, Brasilia, Rio de Janeiro, San Pablo, Belo Horizonte, comenzaron a integrarse. Brasil es un país muy grande, y demoró cerca de 5 años para que todo el país se conectase, trabajando todos los días, 24 horas, con ese objetivo.
            Siempre fui músico, siempre trabajé de esto en toda mi vida. El proceso es muy satisfactorio, vivimos de esto, así como otras bandas, a través de la creación de una red colaborativa. Esta movida creada por los propios colectivos a través de bancos de servicios que las bandas intercambian entre sí.




Desde la distinción de su origen en Matto Grosso y su inquietud en conectarse con todo el Brasil para conocerse y darse mejor a otras culturas, Macaco Bong nos trae su rock de piedra, selva y ciudad salpicadas por refrescantes curiosidades musicales. 




(Gracias a Natacha Guevara por sus fotografías)

jueves, 1 de septiembre de 2011

Entrevista a Raúl Barboza


El arte de la sabiduría

Lo único mejor que nosotros es la vida misma


¿Cuáles son sus primeros recuerdos en su relación con la música?

Recuerdo a mi papá trayendo un acordeón chiquito, de dos hileras. Tengo una memoria de hechos correlativos; recuerdo a mi padre haciendo un churrasco debajo de un árbol, y él enseñándome… Mi padre Adolfo era guitarrista. Recuerdo mi primer acordeón cromático, que lo tuve cuando tenía 15 años.

Pero el primer acordeón fue el del vasco; ¿Cómo fue esa historia?

Ese vasco vivía a 200 metros de casa y tenía un pequeño tambo, dos vaquitas. El salía a dar la vuelta por el barrio con su vaquita y las señoras venían con sus recipientes para llenarlo con la leche que él ordeñaba. Ese vasco tenía un acordeón, que mi papá apuntó. No sé la transacción comercial que hicieron, lo cierto es que vino con el acordeón. También recuerdo haber ido a la ferretería, que era de un español, para comprar cinta aisladora negra para tapar los agujeritos que le habían hecho las polillas, seguramente. Ese fue mi primer instrumento.

¿Por qué cree que su padre eligió el acordeón para usted?

Teniendo en cuenta que mi padre era músico, yo también lo soy. Conozco a muchos hombres que tienen hijos que también son músicos como ellos, a veces no. Mi padre nunca me impuso nada, al contrario. Mi padre era un gran filósofo, él me apoyaba en lo que yo decidiese o quisiera hacer. Nunca me dijo que debía estudiar para ser un doctor, ni que debía trabajar para ayudarlo. Por eso aprendía de mi padre a dar, más que cualquier otra cosa.

¿Y su madre?

Mi madre era también igual, tenía una gran formación, una gran educación. Ella me dio una formación desde el respeto, de una especie de disciplina. Saber, tener en la cabeza, el respeto a la vida en todos sus sentidos y formas. Desde el más chiquito de los insectos, pasando por todos los animales, por todos los seres humanos cualquiera fuera su edad. El respeto al hombre, a la mujer, a la niñez, a las lenguas, al color de la piel, a las músicas. No hay música mejor que otra, no hay nada mejor que nada. Lo único mejor que nosotros es la vida misma. Hay músicas interpretadas con mayor destreza que otras, pero la música es lo que es. Es el reflejo del espíritu.

Un idioma que une…
                                                  
Claro es un idioma. Eso uno lo comprende. Cuando uno es joven quiere estudiar las notas, estudiar las escalas, tratar de impresionar: a la novia, a la mamá, al colega, como diciéndole: “Mira lo que se hacer, y vos no sabes”. Medio en broma algunos, medio en serio otros. Con los años uno se da cuenta que la música es un idioma que habla sin decir palabras, utiliza las vibraciones. Cada música, cada sonido tiene un color, vibra. ¿Y a dónde llega? Llega a la vibración de nuestro espíritu. Nosotros somos vibración. El día que dejemos de vibrar estamos muertos. Entonces si nosotros podemos enviar amor, tranquilidad a la gente que ha venido a ver, que se ha preparado. No de hace 10 minutos, (hablo de todos los artistas en todas partes del mundo), han visto la promoción de un artista que les gusta. Se preparan: “Vamos a ir juntos”. “Voy a ir solo”. Y vienen. Esperan que el artista salga. Entonces el artista es mucho más que el hombre que va a salir a tocar un instrumento, es quien esta exponiendo todo lo que aprendió a lo largo de su vida, todo lo que recogió de sus andanzas.

La curiosidad de un oidista

¿Cómo cree que se desarrolló en usted su curiosidad en ese camino de la vida, más allá de las influencias que ha tenido?

He conocido gente que desde muy chico ha dicho: “Yo quiero ser cocinero”. Entonces van y estudian, algunos van a estudiar a Tokio, otros van a París o a Estados Unidos. Otros dicen: “Yo quiero ser militar”. Y van a las academias.  Otros quieren ser músicos. A veces el padre del músico no tiene la posibilidad de mandarlo a una academia, entonces si tiene ganas va a aprender. Es ahí adonde esta la curiosidad, el oidista… Yo soy músico oidista, nunca estudié música. Mejor dicho, nunca estudié el instrumento en una academia. Aprendí sólo.
Todos los instrumentos que tocó: el acordeón diatónico, el acordeón cromático o la guitarra. Aprendí solo a hablar francés, portugués. Evidentemente no hablo a la perfección propia de quien ha estudiado, pero seguro que se adonde tengo que llegar.
¿Por qué soy curioso de algo? Porque ese algo me gusta, forma parte de mi vida. Yo no elegí ser músico.

Quizás la música lo eligió a usted…

Hay personas que dicen eso y estoy de acuerdo. Nosotros somos parte de la vida. La vida es un misterio que algunos científicos desean dilucidar, van descubriendo cositas, átomos, pequeños átomos de un enorme universo. Nosotros somos un misterio y todo lo que el hombre hace en beneficio de su propia comodidad, no devela el misterio. Simplemente es la habilidad del hombre para progresar. A veces hay progresos que son más para involucionar, que para evolucionar.
Yo soy músico. Trato de llegar a la gente lo mejor que puedo. Trató de tocar las notas con mucho sentimiento. Trato de que cada música sea como sentarse en un fogón y escuchar el relato del sabio viejo que cuenta sus historias. Yo no soy sabio, soy medio viejo y cuento mis historias a través del acordeón, través de la música, al lado de mis compañeros.
En este caso Roy Valenzuela, que toca el bajo. Nardo González que toca la guitarra. Y esta noche tenemos la compañía de una joven colega, una señorita que toca el acordeón, que tiene entusiasmo, que ama al instrumento y estudia. Hoy se encuentra en éste recinto y vamos a compartir la noche. No quiero que ella piense que esta con nosotros porque somos importantes, frente a la vida todos tenemos la misma importancia. Entonces toda nuestra experiencia, en comparación con su juventud, sirve para que ella se sienta lo más tranquila posible. Ella se llama Rocío, y estoy muy feliz de poder contribuir, junto con mis compañeros, para que podamos ser un sostén más de  su futuro musical. 





 La memoria de la flor

¿Cómo ve su conexión con el chamamé, con la música nativa, a partir de su particular forma de tocar?

Soy un hombre que va evolucionando a lo largo del tiempo, nunca me quedo en el pasado. El pasado forma parte de mi presente. Mi presente es la referencia de mi pasado. El día que desaparece una flor no la vemos más con nuestros ojos, pero queda el recuerdo y en la memoria el perfume, la fragancia de esa flor y no la olvidamos más. Tengo en mi memoria… la música me habita, así como nos habita la fragancia de las flores, el canto de los pájaros, como nos habita el olor del río, el olor del mar, de las ostras, como nos habitan los sonidos. La música me habita. Tengo una relación con la música, y de todas las músicas yo elegí un ritmo. Yo no lo elegí… es el que más conozco, me gusta y amo el chamamé. Pero ¿Cómo no amar la chacarera?; ¿Cómo no amar el tango, las milongas, las músicas del Brasil o de Bolivia, del hombre del desierto del Sahara, con su violín de una sola cuerda o del wichi con su violín de lata y también de una sola cuerda?
Cada ser humano refleja a través del instrumento y dice cosas, que a veces, con el lenguaje no lo puede expresar. Entonces, cuando hay un hombre que expresa su arte no me fijo en su ropa, ni en el recinto que toca; simplemente abro mi espíritu, mi corazón y trato de emocionarme con sus emociones.

¿Cómo descubrió usted su mejor versión? ¿A través de los otros, de uno y sus deseos, sus progresos?

Recuerdo que mi madre una vez me dijo: “… la relación con los demás”. El punto más pequeño es la iniciación de escribir una historia. Para escribir una historia uno parte de un punto, el punto del inicio de la primera letra; hasta que otro punto te da la sensación de finalizar. La relación del arte, con el papel, con la escritura, con la forma, con la idea. En todas las sociedades es exactamente lo mismo: respetar. Las formas de pensamiento de las sociedades que nos reciben.
Otra vez mi madre me dijo: “Raulito, cuando estés en una reunión y veas que estén todas las sillas colocadas para escuchar a alguien: nunca te sientes en la primera fila. Porque puede venir alguien y decir: ´Señor, este no es su lugar`. Entonces si ese no es tu lugar, te mandan para atrás. Mejor es que te sientes siempre detrás, en la última fila. Porque también puede venir otra persona y decirte: ´Señor, éste no es su lugar. Su lugar esta adelante`. Es preferible que sea siempre así, es preferible no mostrarse. Porque la gente que te quiere ver, te va a ver aunque no te muestres. Y por más que vos te muestres, si la gente no te ama no te va a ver, y si te ve, no te va a querer. Nunca te muestres, nunca pidas: tenes que dar”. Eso me decía mi padre: “Raúl: nunca pidas, ni aunque necesites, no se pide; se recibe y se da.”

Cuenta la historia que un día el acordeón de Raúl dijo basta. A veces sucede así, como con tantas cosas que tienen su fin. En aquella época, el músico correntino no tenía los medios para comprarse otro instrumento. Entonces apareció un señor – que le pidió a Barboza no develar nunca su identidad – que deseaba regalarle un acordeón. Ante el rechazo inicial de la propuesta, aquel millonario misterioso le enseñó a Barboza la “humildad del saber aceptar”.  Entonces fue en París, que casi sin querer elegir, con modestia, Barboza eligió un acordeón Piermaría extracompacto, aquel que aún hoy lo sigue acompañando…

Y si…Muchas de las cosas que tengo no son cosas compradas, son cosas recibidas por la vida. Otra vida me lo dio: un acordeón; un viaje; la idea de una música; un ruido; el canto de una paloma; el pájaro campana; el mirlo de las 4 de la mañana en París; los corochiré de la laguna del Iberá al atardecer en Corrientes; o el ruido estruendoso de las cataratas cargadas en Misiones; o ese silencio misterioso del desierto del Sahara; los -30 grados bajo cero en Canadá o en la estepa rusa por donde viaje; el silencio inconmensurable, pesado y ligero a la vez, de los templos del Buda en Tokio o en Kyoto donde tantas cosas aprendí. Todo eso lo reflejo en el acordeón.
No quiero que nadie se vaya de este teatro diciendo: “¡Que bárbaro como toca ese tipo!”. Eso no tiene ningún valor. Lo importante es que una persona pueda decir de cualquier músico: “Su música me llenó el alma de alegría y de magia”. Entonces el músico ha cumplido con su obra, lo otro es simplemente una manera de mostrarse humanamente y de manera mezquina.

En ese andar recorrido, ¿qué músicos ha tenido como referencia, tanto en lo musical como en lo personal?

Carlos García; Horacio Salgán, con quien anduve por Japón tres meses; Ernesto Montiel; Cocomarola; Oscar Peterson; Carlos Gardel; Pavarotti; Fedor Shaliapin, el bajo ruso.

Piazzola y las pesadas puertas del arte en Europa. Para tocar chamamé hay que nacer Barboza…

Piazzolla…

Piazzolla que fue mi maestro espiritual…

¿Cómo fue la recomendación de Piazzolla hacia su persona a través de los medios franceses? ¿Cómo se entero usted?

Cuando me ofrecieron tocar en una sala en París, no era conocido. Me había ido a un mundo totalmente desconocido, la única gente de la Argentina que conocían eran Gardel, Piazzolla, el tango y Maradona. Esta bien que se hable de Argentina a partir de alguien, de un ser concreto. Pero yo no era conocido porque nunca había andado por ahí y mi música nunca se había tocado por allí, ni siquiera por otros artistas antes.
Entonces empecé de cero. A la misma edad en que la gente se jubila, empecé nuevamente de la misma manera, como cuando comencé a lado de mi padre cuando tenía 9 años. Nada más que yo tenía casi 50 y estaba solo.
Pero eso no me dio miedo, para nada. Tal vez soy un aventurero inconsciente, es posible. Con que ganas hice todo eso! También digo que todo eso que hice, lo hice a ojos de otros; soy yo el que lo hice. Soy el que sube al escenario, toco el acordeón, el que piensa los temas, hace los arreglos; soy en apariencia…
De mi madre y de mi padre aprendí a caminar derecho, a hablar despacio, a no hacer ruido para caminar, a no molestar el silencio de los espíritus, del gato que duerme, a caminar como un enorme animal al que se no lo escucha, como el elefante en el monte, estar alerta como el gato y tener el olfato del perro, para poder sobrevivir en nuestra sociedad.
Así que comencé de cero en Francia. Una muchacha francesa, Martine de la Place, me dice: “Raulito a vos no te conoce nadie. He enviado 5 cartas para que los artistas que han pasado por aquí, si te conocen, den alguna referencia.” Pasaron 15, 20 días y me dice: “Raúl: de las cinco cartas que envíe, solo me contestaron una. Pero no te voy a decir quien fue.”
Acepte esa condición y no insistí. Al poco tiempo sale en el diario la presentación de mi espectáculo y abajo un escrito, fotocopia de un manuscrito, en donde Piazzolla había escrito:
           “Yo no sé nada de chamamé, sería incapaz de tocar un chamamé. (Para que eso diga Piazzolla. No es el Piazzolla del que mucha gente habla…agrega Barboza) Para tocar chamamé hay que nacer Montiel, hay que nacer Cocomarola o hay que nacer Barboza.”

Ahora, que Astor haya dicho eso, aún cuando fuimos amigos… Nunca imaginé que él tenía ese pensamiento de mí, nunca me lo dijo. Esa carta fue la que me abrió las pesadas puertas del arte en Europa. Cuando todo el mundo tocaba tango para facilitar su entrada, yo tarde 7 años en hacer escuchar mi primer chamamé.
Tenía que vivir… fui acompañante de otras gentes porque podía hacerlo. Pero el día que subí como Raúl Barboza a expresar la música, tocaba chamamé. Hice la concesión de tocar tango en una casa que me dio la posibilidad de tocar chamamé. Entonces hicimos un cambio natural y normal, y lo hice con mucho placer porque amo el tango y toco tangos, pero logré que la gente amé nuestra música.






El sentimiento de la tierra. La distancia y la memoria.

¿Cómo es su relación con el país a la distancia, con ese ir y venir, con sus recuerdos?

Lo llevo conmigo, en mis recuerdos y mis vivencias, que no son tristes ni melancólicas. Es parte de la vida. A veces tengo recuerdos que ¡Pucha ché!, pero bueno, digo: ¡No caracho! Acá tengo gente que me quiere, gente que me contrata. Estuve por China, en Japón, por África y tantos lugares…

¿Qué recuerda de esos lugares, por ejemplo Nairobi, en Kenia, África?

La pobreza, la tristeza total. No podía salir del hotel, porque había una mesa larga con comidas que nunca había visto, comidas carísimas. Afuera la gente agolpada para ver si a alguien se le caía un maní. Eso fue lo que me dolió tanto, al punto que llegue espiritualmente enfermo de la gira por África.
Pero también hay otros lugares y otros recuerdos. Por ejemplo, llegué muy contento cuando conocí a mi compadre el cacique Catalino Martínez, quien me hizo el honor de pedirme que fuera el padrino de sus hijos, que tienen nombre guaraní escondido. Se esconden de la iglesia que los obliga a tener nombre en castellano. Ellos tienen su nombre secreto en guaraní.
Cosas así. También prefiero acordarme de las cosas lindas. Como cuando grabé con Cesárea Evora, hablaba con ella en portugués, tocar con esa mujer, encontrarla en una plaza de toros en el sur de Francia, en un Festival con un calor infernal y ella que llegaba descalza. Tengo anécdotas de vida maravillosas y es lo que a mí me mantiene erguido, tranquilo, a mis 73 años.
Por ello soy feliz, lo demás no me interesa. A mí me interesa cumplir, con algo que no creo que sea nada especial, pero tengo una responsabilidad artística. Podría elegir ganar enorme cantidad de dinero haciendo cosas que no me gustan o ser un artista, con todo lo que implica ser un artista. Además del libre pensamiento, sin ninguna responsabilidad con ninguna asociación de cualquier especie. Rindo respeto a las autoridades de mi país, de los países que me reciben, a todas las personas, hombres, mujeres, niños y niñas, viejitos y viejitas, y animales, que son nuestros primos.
No soy un hombre de hablar mucho, salvo ahora que estoy contando cosas, pero cuando quiero decir algo trato de que mi palabra no le moleste a alguien, por muy duro que sea lo que tenga para decir. Aprendí a no tenerle rabia a un enemigo, aprendí a pensar más en el otro que en mí mismo y soy feliz con poco, no tengo necesidad de muchas cosas para estar tranquilo. La tranquilidad es mi felicidad.

A partir de una gran predisposición espiritual…

Puede ser… Cada vez que me levanto agradezco a la vida el hecho de haber abierto los ojos, de poder respirar, caminar, de sentir frío y sentir calor. A la vez entonces, pido por la gente que sufre: en un hospital, en la cárcel, o por quienes han muerto de forma violenta, por familiares de personas que han perdido a sus seres queridos. Pienso en todo eso, no sé si tendrá valor, no sé si podrá hacer algo, pero no puedo dejar de pensarlo.

¿Qué siente al venir a tocar aquí en la ciudad de La Plata? ¿Había venido antes?

No, no es la primera vez, vine muchas veces a La Plata. Venía a tocar a Berisso cuando tenía 9 años, con mi padre. Es un momento nuevo, porque nunca había venido aquí (El Teatro Bar). No sé cómo recibirá la gente mi trabajo, espero que bien. Entonces estoy esperando el momento de poner pie en el escenario, y luego compartir una comidita con los muchachos. La vida cotidiana de todos los días, de acostarse y levantarse ileso, en un país tan bello y tan lindo, también tan pleno de cosas inesperadamente desagradables. Pero en cada día también hay, inesperadamente, cosas hermosas por hacer.


  (Gracias a Natacha Guevara por sus fotografías)
  
Para más información sobre Raúl Barboza: http://mapage.noos.fr/raulbarboza//



 

Entrevista a Juan Quintero (Acá Seca trío)

Paraísos íntimos
En una cálida nota con Juan Quintero, integrante de Acá seca trío, el tiempo se transforma en el eco de una melodía, en una palabra que nos transporta a cualquier lugar, a todos los mundos posibles.

En una nota contabas algo de Stravinski, compositor y director de orquesta ruso. Vos contabas que podías escuchar a Stravinski y quizás no te influenciaba en esos momentos, pero quizás más adelante y en una forma o género imprevisto eso te estimulaba casi misteriosamente…
¿Esta idea habla un poco de tu manera de componer?

Si, igualmente he dicho Stravinski porque es alguien que me impresionó mucho. A veces uno asimila las diferentes experiencias de manera muy misteriosa. Hay veces que sí, uno concretamente chorea recursos, y esta bien porque los tipos van dejando puertas y ventanas abiertas.

Se es vanguardia conociendo bien lo que viene atrás, no desconociéndolo y haciendo como si nunca hubiese existido…

Que más lindo que ver eso, que camino ha hecho un tipo y como lo transitas vos. Es un lazo mucho más fuerte con la gente que viene antes que nosotros.

Es increíble lo mágico de la composición, podrías haber dicho Stravinski, como el cuchi Leguizamón; ¿A veces exploras ese misterio?

Se que hay tipos que tienen algún mérito, pero aún ellos les diría que reconozca que hay algo de misterio. Porque no es que uno arranca y hace una letra, una música y la cuadra. Hay una cosa ahí que de repente… se cuelan cosas de uno, cosas de afueras, cosas que llevas del pasado, cosas que se meten por azar.

¿Cuáles son tus primeros recuerdos musicales?

Vivo la música desde que nací. En mi casa había mucha música, mis viejos cantaban y cantan, se escuchaba música, se compartía mucho. Pero no lo recuerdo como una escucha solitaria de alguien que se pone un disco, sino más bien del que se sienta a una mesa a cantar con amigos.

La música que flota en ese aire compartido…

Si, la música como la necesidad de comunicarse. Y con gente con la que hablas cosas muy hondas, la música llega a otro lado como una confidencia más confidencial.

Como un idioma que va un poco más allá… ¿En ese camino imaginabas formar un grupo como Acá seca? ¿Cuándo te empezaste a sentir músico?

La verdad que sí. Ha sido una cosa tan natural en mi vida que nunca he pensado en vivir de esto. Cuando uno empieza a recibir cierto reconocimiento… eso no debería ser así. A mi eso me ha dado una pauta de una gente que quiere escuchar, pero en realidad me sentí músico, o totalmente afirmado en esto, cuando he hecho algunas cosas que no han tenido repercusión y ahí de todas maneras me sentía bien. Porque le puse todo lo que le tenía que poner, porque lo hice con alegría, con pasión; por ahí son cosas que nunca van a salir a la luz, o son hitazos, pero valoro mucho eso en personas que son desconocidas y tienen mucho de eso.

¿Cómo surgió la idea de tocar con los chicos de Acá Seca?

Muy de a poquito, nos encontramos en un escenario informalmente y nos gustó. Nos volvimos a juntar para huevear y estuvimos un año haciendo eso y de tanto juntarnos tuvimos un repertorio. Hemos ido a tocar, de repente vimos que iba mucha gente y volvimos a tocar, más gente y así decidimos seguir.

Y en ese huevear, ¿qué ideas nacían desde lo musical, cómo se conectaban entre ustedes, qué tenían ganas de expresar cada uno y en conjunto?

Es una cosa maravillosa, siento que nunca hay una verbalización de las cosas en ponerse de acuerdo con las voluntades, en cuanto a la música. Simplemente vamos, tocamos una cosa que nos gusta a los tres y le damos. Agradezco que se de así, simplemente es que nos guste, y cuando se termine el arreglo, todos asintamos con la cabeza.

A veces, tocar música de otros hace decirnos mejor a nosotros mismos. El tocar algo que te gusta y te representa en algún punto o te hace sentir cosas nuevas. Y por ahí, saca de vos algo inesperado. ¿Cuál es tu opinión?

No hago una diferencia entre las composiciones mías y las de los otros. Les tengo el mismo respeto a las mías que a la de los otros, y eso por ahí es malo para los otros…

O bueno…

O bueno. Hay tipos que no quieren que les toquen muchos sus composiciones, pero cuando agarro algo y me gusta, es mío directamente. Entonces le hago lo que quiero, porque tengo que decir, tengo que acomodar las cosas para que fluyan.

¿Cómo es el proceso de sentir que es tuyo y luego componer?

Sigue siendo lo mismo, lo que pasa es que en la composición uno arranca del papel en blanco, y en la versión, componer a partir de lo que ya ha hecho otro, vos ya tenes un algo. En cambio en el papel en blanco hay una cuestión fulera, en cambio en la versión es como arrancar 10 metros más adelante en una carrera.



¿Qué cosas sentís que te van apareciendo más en la música de los otros, o en la búsqueda de vos mismo? ¿Por dónde crees que vas?

Cada vez estoy más afín a la música… (largo silencio… piensa), no se que como decirte… Te digo por la contraria, estoy cada vez más lejos de las músicas como el jazz, o la bossa nova, el punk o el pop estandarizados.

Buscas un reverso de todo eso…

Si, por ejemplo hay expresiones supertradicionales como Omar Moreno Palacios, que en su pinta es un tipo muy vestido de gaucho, de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo la música que hace, todo él en realidad, es una cosa genuina, un bloque tan fuerte. Eso es lo que admiro. Se da en esos tipos, o en otros tipos que hacen rock, pero lo hacen totalmente convencidos de su trabajo y cuando tienen una personalidad así eso se nota en la música. No es originalidad…

Sino cierto convencimiento, una identidad que se va forjando.

¿Cuáles son tus proyectos personales y con Acá Seca?

Ahora me gustaría estudiar algunas cosas y los proyectos los mismos de siempre: seguir tocando, seguir ensayando sobre todo. Estamos rodando con una gente muy linda, de Brasil, de Europa, de Argentina, esos son lazos que se van tendiendo y  me gustaría ahondarlos.

¿Qué lindo que es eso, no? Uno imagina al músico, desde la lejanía, rodeado de un ambiente, de compañeros de ruta, de colegas que se van conectando en ese idioma que es tan profundo, que es el musical pero es el humano también, ¿no?

Por supuesto. Con mucho cariño, se va tendiendo una red que esta hecha en base a eso, a extrañarse. Agradezco eso de la vida que llevo.

Todo eso puede reemplazar a Stravinski, en la idea que vos dabas, ¿no?
Totalmente. Stravinski, como un guiso comido en alguna guitarreada. Uno va viviendo y esas cosas en algún momento brotan en uno.

¿Y si pensas en La Plata que imágenes se te aparecen o qué ideas se te vienen a la cabeza?

A esta ciudad la he vivido muy intensamente. Porque estaba para esto, hacer música. La recuerdo con mucho cariño, sobre todo con ternura porque es una ciudad que me ha cobijado. Pienso en muchas cosas que han sido posibles acá, además por el grupo de gente, el exponerse, el darse al otro. Hay muchas cosas de la expresión artística que son casi del lugar, son muchas cosas que se revuelven y se muestran. El hecho de que se haya dado acá con este grupo de gente ha sido para mí muy importante, porque tal vez en otro ambiente me hubiera dado mucho más pudor y si alguien te baja la caña te desmoralizas totalmente.
¿Qué te parece El Teatro Bar?
Esta buenísimo. La primera vez que hemos hecho un recital grande, lo hicimos acá. Eso fue muy impresionante, porque nosotros veníamos de tocar para 80 personas como mucho, y nos iba quedando chico. Entonces hicimos un recital acá, lo pusimos hasta la jeta! Fue impresionante para nosotros, el hecho de darnos cuenta que de repente guau! Estaba todo esto lleno, lo recuerdo con mucho cariño.


(Gracias a Jessica Pons por sus fotografías)






miércoles, 11 de mayo de 2011

Entrevista a Javier Malosetti (Revista Now inédito)

Explorando el diapasón

Javier Malosetti tiene un espíritu inquieto, expresado en su talento. Reconocido por ser un destacado bajista, también toca la guitarra, la batería, entre otros instrumentos, ademas de tener una voz admirable. En esta charla con Now!, hablamos de la historia y del presente de un artista que traspasa con creatividad las fronteras de sus influencias musicales.

            En un show años atrás en La Plata, contaste la influencia musical del ambiente que te rodeaba: el gusto de tu viejo por los guitarristas de jazz, el de tu mamá por las voces del jazz, el de tu hermana por los Beatles. ¿Cómo recordás esos momentos? Las fiestas familiares, los shows de tu viejo, tu propia percepción de todo eso…

Imaginate una casa de familia en donde hay un tocadiscos en cada cuarto más el equipo de audio bestial de mis viejos en el living, millones de long plays, guitarras por todos lados en los cuartos, en la cocina, en el living y hasta en el baño y mi batería, como un monstruo, coronando el comedor. A todo esto, sumale tres perros y un par de gatos. Para mí era algo completamente normal, pero seguro que los vecinos nos verían como los locos Addams.

                                            
Hay un recital que mencionás especialmente. ¿Cómo fue el show de Lionel Hampton, Frankie Dunlop y Joe Newman?

Fue uno de los primeros conciertos de músicos extranjeros que presencié en mi vida. Yo ya era fanático de Hampton por los discos de mi viejo del cuarteto de Benny Goodman y por un disco en vivo donde hace un solo memorable sobre “Stardust”, el clásico de Charmichael. A la salida, les pedí autógrafos a todos y me asustó el olor del trompetista Joe Newman, un mix de patchouli y porro.

¿Siempre supiste que ibas a ser músico?

No siempre lo supe, pero siempre lo fui. No recuerdo un momento en el que haya dicho “quiero ser músico”. La vida transcurre, y aquí estoy con la viola en la mano.

¿Cuál fue tu debut oficial?

Si te referís al show en vivo donde también cobré unos pesos por mi trabajo, entonces fue cuando tenía 14 años. Toqué la batería en una orquesta del estilo “Dixieland”, con músicos como “Fats” Fernández y mi viejo, entre otros.

Si tuvieras que destacar algunos de tus discos, ¿Cuáles elegirías?

Prefiero hablar del último que es siempre el que más me gusta.  Hoy mi último disco es TEN; un discazo grabado a principios de este año, que me encanta como suena y la unidad conceptual que posee a lo largo de la lista de temas. Aún lo lo seguimos presentando en vivo bastante fielmente.

¿Cuál es el sello distintivo de ELECTROHOPE con respecto a tus otras formaciones?

En principio, son músicos virtuosos, muy jóvenes, que no provienen de los boliches de Jazz, eso hace de esta nueva experiencia algo muy diferente a mis grupos anteriores. Pero, además, ELECTROHOPE conlleva un espíritu de banda que me fascina, algo que en el Jazz no pasa tanto.

¿Cuál sería la banda de tus sueños de todos los tiempos?

Los Beatles son mi banda soñada. Así como está, sin cambiar nada: ese batero, ese bajista, esos violeros, esos cantantes y esos temas.

Una palabra sobre estos músicos: Frank Zappa, Jimi Hendrix, Miles Davis, Charlie Parker, Jaco Pastorius, Paul McCartney, Stevie Wonder, Victor Wooten, Luis Alberto Spinetta, Walter Malosetti

Si eliminamos de la lista a Victor Wooten y agregamos a unos cuantos más como, por ejemplo, a Ray Charles, Ry Cooder, Louis Armstrong, Igor Stravinsky, J. S. Bach, Michael Jackson, Pappo, Dino Saluzzi y Wayne Shorter (por recordar sólo a algunos), tenemos a los artistas que más admiro en el mundo y a lo largo de la historia. Para ellos sólo palabras de admiración y gratitud.

De todos los músicos con quien tocaste, ¿qué anécdotas recordás especialmente? ¿Cómo fueron esas experiencias?

Todas las experiencias musicales siempre son altamente enriquecedoras. Los artistas con los que trabajé fueron y siguen siendo héroes de toda mi vida, por lo que aproveché, para mi propio crecimiento, cada minuto del trabajo más íntimo, de los ensayos o de lo que sea. Y las historias son miles, tanto musicales como de las otras; algunas interesantes y otras no tanto. No sé qué podría contar ahora.

¿Cuáles son las cualidades que te atraen de los músicos que escuchás?

Las cualidades que puedan poseer las músicas que más me gustan: primero que nada,la buena intención artística y una dirección estética afín a mi propio camino; el swing y el humor son muy importantes. También me interesa la composición y la improvisación.

¿Cómo es tu relación con el bajo y de qué forma explorás las potencialidades del instrumento?

El bajo es un instrumento que amo, pero no es el único en mi vida. La guitarra, la batería, la percusión y el canto ocupan el mismo lugar en mi corazón. En TEN pude soltar más las riendas a todo esto, y no ser sólo el bajista de la banda.

¿Cuál es el concepto de tu nuevo disco TEN y cuáles son los proyectos que te gustaría hacer en el futuro?

El concepto de este nuevo disco es básicamente enfocarse más en el ritmo y en las melodías directas que en la armonía abstracta y en los abrumadores solos a los que el Jazz nos tiene acostumbrados. En cuanto al futuro próximo digamos el 2011–, quiero seguir presentando TEN que aún no cumple un año de vida y merece que lo continuemos tocando en vivo. Para empezar el año, tenemos una actuación en el prestigioso festival de Providencia (Chile) a mediados de enero. ¡Eso es comenzar el año con el pie derecho!, o ¿no? 

RECUADROS

Estos son algunos de los músicos que han tocado con Javier Malosetti: Luis Alberto Spinetta, Dino Saluzzi, Herbie Hancok,  Jaime Roos, Hugo y Osvaldo Fattoruso, Pedro Aznar, Lito Vitale, Rubén “Baby” López Fürst, Rubén Rada, Marcelo Rodríguez “Gillespi”, Luis Salinas, Walter Malosetti, Roberto “Fats” Fernández, Wynton y Branford Marsalis, Wes Anderson, Alfredo Casero, Pappo, Charly García y  Fito Páez, entre otros.

TEN: su último disco
TEN es el nuevo álbum de ELECTROHOPE. El título tiene varias lecturas, las dos más a la vista son:
A) Ten, de “tener”: “Ten esto que estoy dándote”.
 B) Ten, el número diez en inglés.
“Me gusta mucho esta palabra, que conlleva una connotación de entrega: “dar” es mucho más santo que “dar por algo a cambio” o “vender”. TEN refleja, de lindo modo, el espíritu de entrega que profesa ELECTROHOPE, la total entrega de los músicos en el afán de llevarlo adelante, mi entrega hacia ellos y la de todos nosotros hacia el público. Eso es TEN. Además, es mi álbum número diez.”

martes, 12 de abril de 2011

Entrevista a Gilespi (Now inédito)

                                           El caminante y su trompeta                              
                                         
            El azar lo cruzó mágicamente con la trompeta. Este instrumento tan particular fue el punto de apoyo para los diversos proyectos que ha hecho en su vida. En el documento, su nombre es Marcelo Rodríguez, pero la gente lo reconoce por su seudónimo Gillespi. En en esta charla con Now!, nos cuenta su historia.

¿Cómo empezó tu andar con la trompeta?
Mi camino con la trompeta empezó cuando arranqué a escuchar jazz a través de mi primo músico y melómano. Yo, como tantos, empecé escuchando los Beatles y los Stones, algo más de rock sinfónico, Yes, luego blues; y finalmente terminé ahondando en el jazz, la madre de todas estas músicas. Después de escuchar a Miles (Davis) tocando con sordina, decidí que la trompeta era el instrumento para mí.
En aquellos años, principios de los ochenta, no había tantos músicos dando vueltas como ahora. En Monte Grande, menos aún. La única trompeta del pueblo la tenía un pastor evangelista en una iglesia del barrio, a la que me llevó un amigo. Iba todas las tardes al templo a tocar la trompeta que me prestaba el pastor. Finalmente pude comprársela. Aún la conservo con mucho cariño.

Su relación con Roberto Pettinato. El origen de Gillespi. Sumo. Luca. Los 80.

A “Petti” lo conocí una tarde en la avenida Santa Fe. Él venía caminando en dirección opuesta, y lo paré directamente para conversar de jazz. Yo sólo lo conocía por Sumo y de haber leído sobre él en la revista El Expreso Imaginario. La sintonía entre los dos fue inmediata. Fui a su casa una tarde a tocar y, al otro día, me invitó a un ensayo de la banda. Ese fin de semana, toqué con Sumo como invitado en Córdoba. Ahí empezó todo.

 ¿Cómo se originó tu seudónimo?
El que me bautizó fue el mismísimo Pettinato por aquellos años. Él consideraba que tenía algo parecido a Dizzy Gillespie. Yo creo que fue demasiado benévolo en la comparación, pero lo cierto es que a partir de ahí todos me llaman “Gillespi”.

¿Qué anécdota, en particular, recordás de tu época con Sumo y de Luca Prodan?
Las anécdotas son varias. Tuve la suerte de compartir varios encuentros con Luca. Por aquellos años, Sumo ya era un grupo conocido. Todos sus integrantes eran amigos entre sí, y yo era el nuevo. Por lo tanto, Luca dedicó mucho tiempo a conocerme e integrarme a la banda. Tuvo una actitud hasta paternalista y me contó su visión de la música, del rock en particular y de cómo veía a los músicos argentinos. Sus opiniones eran bastante críticas del rock argentino y creo que fue precisamente eso lo que hizo de Sumo una banda distinta a lo que había en ese momento. (Enanitos Verdes, La Torre, Soda, Virus, etc.).

¿Cómo fueron esos momentos en los ochenta entre la Facultad de Psicología, el under y la música?
Los ochenta fueron muy importantes. No es sólo una sensación personal. Fue así. El país salía de una década marcada por los militares y por su idea de represión. Surgía aquello que se llamó “el destape”: Volvía el erotismo a la televisión y a las revistas, volvían las charlas sobre política, volvía la gente a las calles, y el rock se alimentó de todo eso. Esto generó toda una movida de bandas libres de prejuicios con muchas cosas para comunicarle a la gente.
La Facultad de Psicología, como así también las de otras carreras humanísticas, volvían a existir, ya que fueron las primeras en ser desactivadas por los militares. Se suponía que Psicología, Filosofía y Sociología eran las más peligrosas ideológicamente. Fue bueno estar justamente ahí cuando volvió la democracia. Me gustaba mucho el ambiente de aquellas facultades, los libros, los debates y todo eso. Con los años, me di cuenta de que lo mío era la música y no un psicoanalista de diván. Ahí decidí dejar la carrera y dedicarme a tocar.

La matriz de su humor. Su forma de tocar con diversos músicos.

                     ¿Cómo trabajás el humor y el absurdo en lo que hacés? ¿Cómo fue el proceso de generar un idioma en común con la gente que te sigue a lo largo de estos años?
Creo que desarrollé un modo de pensar en donde veo la realidad desde el prisma del humor, desde lo tragicómico de la vida y principalmente desde el cambalache que resulta ser nuestra idiosincrasia. De eso se trata mi estilo. De no tomarme tan seriamente la realidad tal como quieren que la veamos. En mi humor se trasluce lo miserable de la condición humana y el famoso “Dont Worry, Be Happy” de la canción de Bobby Mc Ferrin. No te preocupes y sé feliz.

¿Qué situaciones recordás especialmente de tus trabajos junto con otros músicos y bandas? ¿Cómo hacés para interactuar con tantos músicos diversos?
Los músicos tenemos en común, justamente, la música. Y la música es precisamente un lenguaje: es la expresión a través de tu instrumento. En realidad, no debería de haber tantas dificultades para interactuar con músicos de distintos estilos. Lo que suele dificultar la comunicación son precisamente “los egos” de los músicos. En mi caso, al ego lo tengo bastante domesticado. No me creo nadie, y eso me ayuda a poder incorporarme en distintos proyectos sin que resulte conflictivo. Simplemente me invitan a participar, y voy a disfrutar. Creo que el secreto está en aportarle algo a la música de quienes te invitan y no en tratar de lucirse por el simple hecho de lucirse.

Falso impostor, su programa de radio. La soberanía sobre uno mismo.
                                                             
¿Cuánto de un Falso impostor ( Rock & Pop) hay en vos?
Falso impostor es una expresión que siempre me gustó. Tiene su origen en un capítulo del Superagente 86, en el que había una gran cantidad de impostores: falsos presidentes, falsos ministros, falsos jefes de seguridad e insólitamente también estaba“el falso impostor”. “Impostor” precisamente significa ‘alguien que se hace pasar por otro’. Ahora bien… Si ese impostor es falso, ¿qué es?

¿Cómo ves en perspectiva tus múltiples facetas (músico, humorista, entrevistador, etc.)? ¿Cuándo tuviste soberanía sobre lo que realmente te gustaba hacer?
La soberanía sobre tu trabajo y tus obras es fundamental y lleva mucho tiempo de luchas internas y externas. Hay que aprender a seguir exactamente lo que dicta tu corazón y, también, a decir “no” a todas aquellas cosas que te proponen y no reflejan tu modo de ver la vida. Es todo un trabajo, porque las propuestas existen y hay que tener la decisión de no aceptar aquellas que no sirven. Cuando conseguís eso, a veces al costo de no tener trabajo, empezás a ser soberano.
                     
¿Qué recuerdos tenés de tus tocatas en Gonnet y del disco en vivo que grabaste allí?
El mejor recuerdo fue un ciclo que duró más de veinte jueves seguidos en Durango, un boliche de Gonnet. En aquel momento, fue una especie de minirécord Guinness. Estuvimos medio año tocando todos los jueves en el mismo lugar con entradas agotadas y con gente en la vereda. En agradecimiento, decidí grabar un disco en vivo ahí mismo y hacer una mínima tirada de 500 CD para todos aquellos que iban todos los jueves. Se vendieron en menos de un mes. Jamás lo volví a editar.

Gillespi y la música. Ciudades en el recuerdo. Su paraíso

Actualmente, ¿cuál es tu relación con el jazz, el rock y la música en general? ¿Qué estas escuchando últimamente? ¿Qué proyectos te gustaría hacer?
Mi relación con el jazz y el rock es equidistante. Soy muy rockero para el jazz y muy jazzero para el rock. Es decir, siempre he convivido en el medio de esas dos corrientes. Actualmente estoy trabajando solo en un proyecto. Es decir, desarrollo un montón de músicas a partir de mí y las llevo adelante yo solo.
En principio, estoy grabando todos los instrumentos: percusión y batería; bajo; guitarras eléctricas y acústicas; teclados, y vientos. Es decir, todo. Es un “laburazo”, pero me encanta hacerlo ya que cuento con un estudio en el fondo de mi casa. Ahí soy feliz. No sé cuándo lo terminaré, pero esto es lo próximo.

¿A qué ciudad siempre te gustaría volver? ¿Por qué?
Hay varias ciudades que me encantan. Cada ciudad tiene su atmósfera y, a pesar de ser todas parecidas, todas son distintas. La Plata me gusta, también Montevideo, Bell Ville, Junín de los Andes, Claromecó, Puerto Madryn y Corrientes capital. Esas ciudades me gustan mucho y siempre quiero volver, porque sencillamente me siento como en casa.

¿Cómo sería el paraíso de Gillespi?

Sería algo parecido a un estudio de grabación con un enorme jardín arbolado afuera. Combinar la introspección con sentarme en el jardín a ver los pájaros. Ja, ja, ja. Nada mal, ¿no?

Notas extras

Gillerama, su último disco

“Son mis últimos 2 o 3 años de composiciones. Refleja mi sonido actual y también el de mi banda, con la cual no había grabado aún. Es un disco con bastante coherencia de principio a fin. Es decir, si te gusta el primer tema, te gusta hasta el último. Es como si se desarrollara un concepto que sigue presente en todo el disco, en vez de muchos conceptos y variedad”.

      Gillespi ha tocado y grabado con los siguientes músicos: Luis Salinas, Lito Vitale, Los Ratones Paranoicos, Javier Malosetti, Los Piojos, Bersuit Vergarabat, Los 7 Delfines, Willy Crook, Charly García, Illya Kuryaki & the Valderramas, Los Caballeros de la Quema, Sui Generis, Javier Calamaro, Los Gardelitos, Pedro Aznar, Raúl Barboza, Kevin Johansen, Los Natas, Adrián Iaies, Walter Malosetti, Los Durabeats, Valentino Jazz Bazar, por citar algunos.
                        En la actualidad conduce el programa de radio Falso impostor por FM Rock & Pop 95.9MHZ, de lunes a viernes de 19 a 21h. También ha colaborado con Alejandro Dolina en La venganza será terrible y ha compartido programas radiales con Adolfo Castelo, Roberto Pettinato y Gonzalo Bonadeo, entre otros.
                        En la televisión, ha formado parte de Orsai a la medianoche; Duro de acostar; Cara y ceca, entre otros ciclos.
                        En la parte gráfica, se ha desempeñado en el suplemento “No!” de Página 12; la revista Satiricón; en TXT. También participó en: El Gráfico; Revista Viva; El planeta urbano; Veintitrés, entre otros medios. A su vez, desarrolló “Almacén Gillespie”, en un blog del diario Clarín.
           Tiene dos libros de su autoría:
·        Blow! De trompetas y trompetistas.,de Gillespi. Editorial: Cuenco de Plata.
·        El artesano del miedo.Narciso Ibañez Menta, de Leandro D’ Ambrosio y Gillespi. Editorial: Corregidor.

viernes, 18 de marzo de 2011

Entrevista a David Nalbandian (Now inédito)




Nalbandian para todos

David Nalbandian es un tenista de excepción por su lectura del juego, su revés y devolución de saque, y por la capacidad de ganarle a cualquiera cuando está motivado. En esta nota con Now!, hablamos sobre el circuito y su labor solidaria con su Fundación.

¿Cuáles son las cuestiones que te sorprenden de la vida del circuito más allá de todos tus años de profesional?
Que sigan apareciendo chicos que le pegan cada vez más duro a la pelota.

Si fueras el mandamás de la ATP por una semana, ¿cuáles serían las tres medidas básicas que tomarías para mejorar la vida del tenista en el tour?
Principalmente modificaría el calendario porque es muy exigente, y los tenistas no tenemos demasiado tiempo para descansar entre torneo y torneo. Creo que ese es un factor determinante en las lesiones que sufrimos actualmente muchos de nosotros. Además de la exigencia de cada partido, exponemos el físico continuamente a cambios de horario, de temperatura y de superficies, y no tenemos el descanso adecuado.

Más allá de los tenistas consagrados, ¿qué jugadores nuevos te llaman la atención, ya sea por un golpe en particular o por otro motivo distintivo?
Hay muchos jugadores jóvenes que tras un par de años en el circuito se adaptan y juegan a una gran velocidad. De cualquier manera, me siguen impresionando más los “viejos” como Roger [Roger Federer] y Rafa [Rafael Nadal] que siguen haciendo cosas increíbles en el circuito.

¿Cómo fue evolucionando tu aspecto mental en el curso de los partidos a lo largo de los años? ¿Cómo manejas esas situaciones de tensión en la competencia?
Al tener más experiencia, ahora me manejo con más tranquilidad que en mis comienzos. Estar en el circuito por tantos años me permitió manejar con mayor soltura situaciones adversas, como por ejemplo, dar vuelta un partido o entrar a una cancha pensando siempre en ganar sin importar el rival que tengo enfrente.

Hay un desarrollo cada vez más evidente del aspecto físico en el juego, ¿cómo creés que va a ser el tenis de los próximos años?
Va a ser un tenis más físico donde los jugadores son cada vez más atletas que juegan al tenis.

¿Cómo ves el futuro del tenis argentino?
La Argentina es un semillero enorme, y entiendo que hay tenistas muy jóvenes que tienen un gran nivel, por lo cual creo que las próximas camadas de argentinos en el circuito serán muy buenas.

¿Cómo empieza y termina para un tenista un día estándar en un torneo?
El día que juego empieza con una entrada en calor; luego entreno en cancha y, por lo general, como algo liviano antes de los partidos. Luego hago una nueva entrada en calor, juego el partido y, al finalizar, hago ejercicios regenerativos, elongación y masajes. Por último, brindo conferencia de prensa y vuelvo al hotel a terminar de descansar y recuperarme.

¿Cuál fue el partido que más sufriste y el qué más disfrutaste porque jugaste rozando la perfección?
En mi memoria, los partidos que más sufrí son los que jugué lesionado. Entre los que más disfruté se encuentran las finales de Madrid y París 2007, en las que les gané las finales a Roger y a Rafa, respectivamente.

¿Qué representa Unquillo para vos?
Unquillo es mi lugar en el mundo, donde está mi familia y mis amigos. Es el lugar donde nací y crecí. La verdad es que no me imagino lejos de mi pueblo por mucho tiempo. Por eso, siempre que vuelvo de alguna gira o tengo unos días para descansar, me voy a Unquillo.

Cuando te retires y la gente hable de David Nalbandian, ¿qué imagen te gustaría que la gente tenga de vos?
La de un deportista que intentó siempre defender la camiseta argentina.


Notas extras

Fundación Nalbandian

¿Cómo surgió la idea de tener la Fundación Nalbandian y cuáles son los objetivos que te proponés con ella?
Cuando empecé a ser conocido, comencé a recibir un montón de pedidos de gente que necesitaba algún tipo de ayuda. Luego de algunos años, se nos ocurrió canalizar todos esos pedidos a través de la Fundación. Nuestro principal objetivo es tratar de mejorar la calidad de vida de chicos con discapacidades y la de aquellos más postergados socialmente. En este momento, una de las obras más importantes que estamos llevando a cabo es la construcción de un centro de rehabilitación que funcionará en Unquillo para los habitantes de la zona de las Sierras Chicas. Una vez finalizada la obra, será donada al Ministerio de Salud de Córdoba.

La Fundación David Nalbandian promueve la integración social de personas con discapacidad y problemas sociales. Se busca desarrollar sus posibilidades y valorarlas en un sentido positivo que los integre en la comunidad. A través de programas y proyectos que se llevan a cabo en las localidades de Unquillo, Río Ceballos, Mendiolaza y Salsipuedes del departamento de Colón, provincia de Córdoba. Para mayor información, pueden visitar la página de la Fundación:  www.fundacionnalbandian.org.ar

Anteo y la Copa Davis

En la mitología griega, Anteo era un gigante, hijo de Gea, diosa de la tierra, quien desafiaba a todos quienes pasaran por sus dominios. Era casi invencible debido a que su poder radicaba en su relación con la tierra. Al estar en contacto con ella sus fuerzas crecían enormemente.
La referencia tiene que ver con el sentimiento de David Nalbandian hacia la Argentina, sus innumerables batallas en donde ha dado muestra de su coraje deportivo, de su pasión por representar al país en la Copa Davis. Pocos jugadores en el mundo tienen la mística copera y las estadísticas de David.
Es cierto, también, que en el camino esquivo de la Argentina hacia la Davis, ha habido frustraciones, egoísmos y desencuentros. Pero también está lo otro: la potencialidad de los tenistas argentinos, el deseo de representar nuestros colores y la ambición de la gloria deportiva para nuestro país.

De pescar al sur al Masters 2005

Era principios de noviembre de 2005, y David tenía todo preparado para irse con sus amigos a pescar al sur del país. Se estaba por jugar el Masters en la ciudad de Shangai, evento que, todos los fines de año, reúne a los primeros ocho jugadores del ranking mundial. Nalbandian no había clasificado para la edición de ese año, pero ante las ausencias de varios jugadores, David tuvo la posibilidad de jugar directamente el torneo. Luego de haber estado una semana sin entrenar, viajó a Shangai, China. El final de la historia ya es conocido: luego de perder apretadamente los dos primeros sets contra Roger Federer, David remonta esa desventaja inicial con un resultado final de 6-7 (4-7) 6-7 (11-13) 6-2 6-1 7-6 (7-3); consagrándose campeón del Torneo de Maestros.