martes, 12 de abril de 2011

Entrevista a Gilespi (Now inédito)

                                           El caminante y su trompeta                              
                                         
            El azar lo cruzó mágicamente con la trompeta. Este instrumento tan particular fue el punto de apoyo para los diversos proyectos que ha hecho en su vida. En el documento, su nombre es Marcelo Rodríguez, pero la gente lo reconoce por su seudónimo Gillespi. En en esta charla con Now!, nos cuenta su historia.

¿Cómo empezó tu andar con la trompeta?
Mi camino con la trompeta empezó cuando arranqué a escuchar jazz a través de mi primo músico y melómano. Yo, como tantos, empecé escuchando los Beatles y los Stones, algo más de rock sinfónico, Yes, luego blues; y finalmente terminé ahondando en el jazz, la madre de todas estas músicas. Después de escuchar a Miles (Davis) tocando con sordina, decidí que la trompeta era el instrumento para mí.
En aquellos años, principios de los ochenta, no había tantos músicos dando vueltas como ahora. En Monte Grande, menos aún. La única trompeta del pueblo la tenía un pastor evangelista en una iglesia del barrio, a la que me llevó un amigo. Iba todas las tardes al templo a tocar la trompeta que me prestaba el pastor. Finalmente pude comprársela. Aún la conservo con mucho cariño.

Su relación con Roberto Pettinato. El origen de Gillespi. Sumo. Luca. Los 80.

A “Petti” lo conocí una tarde en la avenida Santa Fe. Él venía caminando en dirección opuesta, y lo paré directamente para conversar de jazz. Yo sólo lo conocía por Sumo y de haber leído sobre él en la revista El Expreso Imaginario. La sintonía entre los dos fue inmediata. Fui a su casa una tarde a tocar y, al otro día, me invitó a un ensayo de la banda. Ese fin de semana, toqué con Sumo como invitado en Córdoba. Ahí empezó todo.

 ¿Cómo se originó tu seudónimo?
El que me bautizó fue el mismísimo Pettinato por aquellos años. Él consideraba que tenía algo parecido a Dizzy Gillespie. Yo creo que fue demasiado benévolo en la comparación, pero lo cierto es que a partir de ahí todos me llaman “Gillespi”.

¿Qué anécdota, en particular, recordás de tu época con Sumo y de Luca Prodan?
Las anécdotas son varias. Tuve la suerte de compartir varios encuentros con Luca. Por aquellos años, Sumo ya era un grupo conocido. Todos sus integrantes eran amigos entre sí, y yo era el nuevo. Por lo tanto, Luca dedicó mucho tiempo a conocerme e integrarme a la banda. Tuvo una actitud hasta paternalista y me contó su visión de la música, del rock en particular y de cómo veía a los músicos argentinos. Sus opiniones eran bastante críticas del rock argentino y creo que fue precisamente eso lo que hizo de Sumo una banda distinta a lo que había en ese momento. (Enanitos Verdes, La Torre, Soda, Virus, etc.).

¿Cómo fueron esos momentos en los ochenta entre la Facultad de Psicología, el under y la música?
Los ochenta fueron muy importantes. No es sólo una sensación personal. Fue así. El país salía de una década marcada por los militares y por su idea de represión. Surgía aquello que se llamó “el destape”: Volvía el erotismo a la televisión y a las revistas, volvían las charlas sobre política, volvía la gente a las calles, y el rock se alimentó de todo eso. Esto generó toda una movida de bandas libres de prejuicios con muchas cosas para comunicarle a la gente.
La Facultad de Psicología, como así también las de otras carreras humanísticas, volvían a existir, ya que fueron las primeras en ser desactivadas por los militares. Se suponía que Psicología, Filosofía y Sociología eran las más peligrosas ideológicamente. Fue bueno estar justamente ahí cuando volvió la democracia. Me gustaba mucho el ambiente de aquellas facultades, los libros, los debates y todo eso. Con los años, me di cuenta de que lo mío era la música y no un psicoanalista de diván. Ahí decidí dejar la carrera y dedicarme a tocar.

La matriz de su humor. Su forma de tocar con diversos músicos.

                     ¿Cómo trabajás el humor y el absurdo en lo que hacés? ¿Cómo fue el proceso de generar un idioma en común con la gente que te sigue a lo largo de estos años?
Creo que desarrollé un modo de pensar en donde veo la realidad desde el prisma del humor, desde lo tragicómico de la vida y principalmente desde el cambalache que resulta ser nuestra idiosincrasia. De eso se trata mi estilo. De no tomarme tan seriamente la realidad tal como quieren que la veamos. En mi humor se trasluce lo miserable de la condición humana y el famoso “Dont Worry, Be Happy” de la canción de Bobby Mc Ferrin. No te preocupes y sé feliz.

¿Qué situaciones recordás especialmente de tus trabajos junto con otros músicos y bandas? ¿Cómo hacés para interactuar con tantos músicos diversos?
Los músicos tenemos en común, justamente, la música. Y la música es precisamente un lenguaje: es la expresión a través de tu instrumento. En realidad, no debería de haber tantas dificultades para interactuar con músicos de distintos estilos. Lo que suele dificultar la comunicación son precisamente “los egos” de los músicos. En mi caso, al ego lo tengo bastante domesticado. No me creo nadie, y eso me ayuda a poder incorporarme en distintos proyectos sin que resulte conflictivo. Simplemente me invitan a participar, y voy a disfrutar. Creo que el secreto está en aportarle algo a la música de quienes te invitan y no en tratar de lucirse por el simple hecho de lucirse.

Falso impostor, su programa de radio. La soberanía sobre uno mismo.
                                                             
¿Cuánto de un Falso impostor ( Rock & Pop) hay en vos?
Falso impostor es una expresión que siempre me gustó. Tiene su origen en un capítulo del Superagente 86, en el que había una gran cantidad de impostores: falsos presidentes, falsos ministros, falsos jefes de seguridad e insólitamente también estaba“el falso impostor”. “Impostor” precisamente significa ‘alguien que se hace pasar por otro’. Ahora bien… Si ese impostor es falso, ¿qué es?

¿Cómo ves en perspectiva tus múltiples facetas (músico, humorista, entrevistador, etc.)? ¿Cuándo tuviste soberanía sobre lo que realmente te gustaba hacer?
La soberanía sobre tu trabajo y tus obras es fundamental y lleva mucho tiempo de luchas internas y externas. Hay que aprender a seguir exactamente lo que dicta tu corazón y, también, a decir “no” a todas aquellas cosas que te proponen y no reflejan tu modo de ver la vida. Es todo un trabajo, porque las propuestas existen y hay que tener la decisión de no aceptar aquellas que no sirven. Cuando conseguís eso, a veces al costo de no tener trabajo, empezás a ser soberano.
                     
¿Qué recuerdos tenés de tus tocatas en Gonnet y del disco en vivo que grabaste allí?
El mejor recuerdo fue un ciclo que duró más de veinte jueves seguidos en Durango, un boliche de Gonnet. En aquel momento, fue una especie de minirécord Guinness. Estuvimos medio año tocando todos los jueves en el mismo lugar con entradas agotadas y con gente en la vereda. En agradecimiento, decidí grabar un disco en vivo ahí mismo y hacer una mínima tirada de 500 CD para todos aquellos que iban todos los jueves. Se vendieron en menos de un mes. Jamás lo volví a editar.

Gillespi y la música. Ciudades en el recuerdo. Su paraíso

Actualmente, ¿cuál es tu relación con el jazz, el rock y la música en general? ¿Qué estas escuchando últimamente? ¿Qué proyectos te gustaría hacer?
Mi relación con el jazz y el rock es equidistante. Soy muy rockero para el jazz y muy jazzero para el rock. Es decir, siempre he convivido en el medio de esas dos corrientes. Actualmente estoy trabajando solo en un proyecto. Es decir, desarrollo un montón de músicas a partir de mí y las llevo adelante yo solo.
En principio, estoy grabando todos los instrumentos: percusión y batería; bajo; guitarras eléctricas y acústicas; teclados, y vientos. Es decir, todo. Es un “laburazo”, pero me encanta hacerlo ya que cuento con un estudio en el fondo de mi casa. Ahí soy feliz. No sé cuándo lo terminaré, pero esto es lo próximo.

¿A qué ciudad siempre te gustaría volver? ¿Por qué?
Hay varias ciudades que me encantan. Cada ciudad tiene su atmósfera y, a pesar de ser todas parecidas, todas son distintas. La Plata me gusta, también Montevideo, Bell Ville, Junín de los Andes, Claromecó, Puerto Madryn y Corrientes capital. Esas ciudades me gustan mucho y siempre quiero volver, porque sencillamente me siento como en casa.

¿Cómo sería el paraíso de Gillespi?

Sería algo parecido a un estudio de grabación con un enorme jardín arbolado afuera. Combinar la introspección con sentarme en el jardín a ver los pájaros. Ja, ja, ja. Nada mal, ¿no?

Notas extras

Gillerama, su último disco

“Son mis últimos 2 o 3 años de composiciones. Refleja mi sonido actual y también el de mi banda, con la cual no había grabado aún. Es un disco con bastante coherencia de principio a fin. Es decir, si te gusta el primer tema, te gusta hasta el último. Es como si se desarrollara un concepto que sigue presente en todo el disco, en vez de muchos conceptos y variedad”.

      Gillespi ha tocado y grabado con los siguientes músicos: Luis Salinas, Lito Vitale, Los Ratones Paranoicos, Javier Malosetti, Los Piojos, Bersuit Vergarabat, Los 7 Delfines, Willy Crook, Charly García, Illya Kuryaki & the Valderramas, Los Caballeros de la Quema, Sui Generis, Javier Calamaro, Los Gardelitos, Pedro Aznar, Raúl Barboza, Kevin Johansen, Los Natas, Adrián Iaies, Walter Malosetti, Los Durabeats, Valentino Jazz Bazar, por citar algunos.
                        En la actualidad conduce el programa de radio Falso impostor por FM Rock & Pop 95.9MHZ, de lunes a viernes de 19 a 21h. También ha colaborado con Alejandro Dolina en La venganza será terrible y ha compartido programas radiales con Adolfo Castelo, Roberto Pettinato y Gonzalo Bonadeo, entre otros.
                        En la televisión, ha formado parte de Orsai a la medianoche; Duro de acostar; Cara y ceca, entre otros ciclos.
                        En la parte gráfica, se ha desempeñado en el suplemento “No!” de Página 12; la revista Satiricón; en TXT. También participó en: El Gráfico; Revista Viva; El planeta urbano; Veintitrés, entre otros medios. A su vez, desarrolló “Almacén Gillespie”, en un blog del diario Clarín.
           Tiene dos libros de su autoría:
·        Blow! De trompetas y trompetistas.,de Gillespi. Editorial: Cuenco de Plata.
·        El artesano del miedo.Narciso Ibañez Menta, de Leandro D’ Ambrosio y Gillespi. Editorial: Corregidor.

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