Una luz en el aire
Morena es una mujer de magia blanca que se brinda en su voz, se nos da como el viento suave de verano que nos acaricia en la cara. Su formación musical comenzó desde que fue concebida. De los primeros años de vida se adueño misteriosamente de los tonos ambiente. A los 11 años ingreso al Coro de Niños del Teatro Argentino de La Plata, actuando a nivel local, nacional e internacional interpretando Óperas y Conciertos Sinfónicos Corales.
Ese mundo estuvo lleno de nuevos descubrimientos para ella, de la música con otros, los secretos de las bambalinas, las exigencias de la precisión, la aparición en escena del público, los contrastes y un sentir propio que marcaría su vida.
El primer desafío
A los doce años, en un ensayo general, encontraría la revelación del instrumento que la acompañaría: el violoncello. Su fascinación por el cello se fue acompañando lentamente de un desafío personal: sacar al violoncello de los ámbitos tradicionales de la música clásica y ensamblarlo en otro tipo de formaciones y repertorios más cercanos a su alma, a sus sonidos personales.
A los 17 años empieza a estudiar el instrumento en el Conservatorio Gilardo Gilardi de la ciudad de La Plata. Su formación se fue profundizando con el placer compartido, integró coros, dúos, orquestas, grupos y ensambles. Su curiosidad permanente también la acerca a los estudios en Sociología e Historia del Arte Visual, además de desarrollar paralelamente otra de sus pasiones: las artes plásticas.
Profundiza sus estudios del cello con el maestro Jorge Almerares, quien la becaría desde la primera clase y le regala un arco hermoso que todavía conserva. En ese diálogo, Morena se reencuentra en profundidad con el instrumento y agradece la generosidad de su maestro regalándole algunos cuadros de su autoría y restaurando algunos cuadros antiguos.
Su transplante del cello a esa música popular y del mundo, que han hecho nido en sus oídos, tiene sus obstáculos en busca de la realización de su don personal: comunicarse a través de su música. El maestro se rehúsa a ese cambio de dirección del instrumento, la soledad del camino imaginado, las afinidades y las vicisitudes del eco en los colegas, el arte de la palabra musicalizada. A veces la vida tiene sus momentos y como dice Cerati: “poder decir adiós es crecer”.
La vida y sus actos; el silbido golondrino de las desgracias y los diablos; el horizonte del alma que late hasta casi desfallecer; el encuentro entre las miradas y el mameluco del mágico instante; el trabajo y el idealismo arcano que se sostiene leve pero siempre presente.
Luego de un itinerario tan rico como diverso que incluye música latinoamericana; folclore árabe andaluz, jazz fusión; Beethoven; Gershwin y tantos otros; Morena decide formar, junto a Juan Pastrana en guitarra y Diego Sánchez en percusión, “Morena Leza Música porque sí”.
Las interpretaciones de Morena son diversas, en su cello y su voz se adivina la complicidad y la caricia, de poetas y compositores que llenan su alma; su cantar no es más que la imaginación de muchos puentes. En esos paisajes tan íntimos y compartidos nos encontramos con Violeta Parra, Tom Jobim, María Elena Walsh, Atahualpa Yupanqui, Cesaria Evora, Luca Prodan y tantos otros.
Cada canción es una historia que Morena comparte con su público, traduciendo fragmentos de letras de otros idiomas, o deteniéndose en un verso que predispone al bienaventurado oyente a abrir el espíritu, a compartir los momentos de la vida en el arte de la música.
La música que elijo en mis shows es la misma que forjó mi sensibilidad poética y mi autoestima – nos dice Morena. Aquella música que a mi me hace bien, para poder transmitirla a otros con la intención de transformar la vida de estas personas, aunque sea un poquito o al menos intentarlo.
En esa danza de sonidos resplandece una voz que da vida a la memoria de aquellos que han sentido. Como en la canción "Les feuilles Mortes" (Jaques Prévert y Joseph Kosmá) que dice: "Y el mar borra sobre la arena / la huella de los amantes desunidos"
También la canción "Tomara" (de Vinicuis -Baden Powel), en donde la vida y el tiempo son presente: “A coisa máis divina que há no mundo é vivir cada segundo como nunca mais”
También la canción "Tomara" (de Vinicuis -Baden Powel), en donde la vida y el tiempo son presente: “A coisa máis divina que há no mundo é vivir cada segundo como nunca mais”
Desde las distancias y el amor, nos encontramos con "Mariposas de Madera" de Miguel Abuelo: “Mariposas de madera / yo te voy a regalar / a ver si te guardas algo
y no lo largas a volar!”.
y no lo largas a volar!”.
La palabra hecha voz en Morena nos remite a “un sentido poético que hable de lo maravillosa que es la vida y de lo terrible que puede llegar a ser, pero siempre con un mensaje alentador y positivo”.
Como en “Danca da Solidao”, de Paulinho Da Viola: "Y a pesar de todo existe / una fuente de agua pura / y quién beba de aquella agua / no sentirá más amargura”
Morena y el público. “Morena porque sí!”.
Todo este repertorio maravilloso – nos cuenta Morena “desea que las nuevas generaciones puedan conocer estas letras, palabras, músicas, para que no se pierdan, para que queden en el pueblo y no en unos pocos o en el snobismo”.
Su relación con el público es tan importante como las sensaciones internas que la llevan a cantar, o como aquellas miradas imaginadas que nos sienten como somos en verdad, en esa simple necesidad que todos tenemos de ser escuchados, de ser queridos.
“Pienso en el publico a la hora de elegir y embellecer las canciones; como lo hice al seleccionar entre mi repertorio "Té para trés " y su frase "No hay nada mejor que casa". Me importa transmitir un mensaje con la selección que hago del repertorio, los arreglos y con la interpretación. Me adueño de las canciones y de lo que significan; me brindo por completo y digo a través de ellas lo que pienso de la vida.
El año pasado grabé mi segundo disco "En Vivo porque si" y quise hacerlo en vivo porque mi intención era registrar con la mayor frescura posible lo que somos como músicos y como personas. Con aciertos y virtudes que implica la inmediatez, el directo y la imposibilidad de arreglar nada, a diferencia de grabar en un estudio donde uno puede manipular a su antojo lo que graba y editarlo mil veces.
Eso para mi es frío, no es la realidad. Soy como soy arriba de un escenario y creo que el público participa de esto, con su energía, su entrega y cariño. Se produce un feed back muy grato que me enorgullece. En mi disco hay pifies y errores y quedaron plasmados porque sí, y me gustan porque forman parte de la humanidad de ese show. Soy de las personas que quieren entregarse por completo con transparencia y humildad, me gusta hacer canciones, disfruto de la respuesta del público y aspiro a seguir creciendo como persona porque si!
En 2011 Morena Leza fue invitada, junto a su grupo, al Festival de Niteroi, en Brasil. Una experiencia que la lleno de felicidad y la descubrió en ecos, en donde el fluir de la experiencia se hizo melodía, solidaridad, agradecimiento y querer.
El año próximo quizás venga con un nuevo disco; con la posibilidad siempre latente de composiciones propias que esperan su tiempo; con más cuadros; más días junto al crecer de su hijo Simón quien desde la panza lo acompaña en sus recitales y a quien se lo ve corretear lúdicamente en todos sus shows; con el crecimiento de la luz cálida de una gran artista.
Tuve la oportunidad de escuchar a Morena en varias ocasiones y es hermosa su música! Espero poder ir a verla prontito otra vez
ResponderEliminarMorena es una gran artista. Gracias por el comentario Lumila. Saludos. N
Eliminaraahh,toda ella encanta(gran virtud) su canto, su cello, sus acompañantes y la selección de sus temas, más los propios....
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