La Mississipi en El Teatro Bar
Todo fluye en el río
En la previa al recital,
estuvimos con Ricardo Tapía, líder la de La Mississipi y dimos una vueltas con
anécdotas del blues, su pasión por la pintura y Coltranne, además saber un poco
más sobre “Bufalo”, último disco de la banda
¿Cómo fue que incursionaste en la música?
Estudie pintura en Bellas Artes, me dedicaba
a la música lateralmente. Cuando en un momento mi vieja fue la que me dijo, una
mañana tomando unos mates: “Me parece que lo tuyo es la música”. Tenía razón.
Mi mamá siempre fue una persona media…
ácrata, anárquica, un personaje libertario. Nunca quiso que fuera un abogado,
ni nada de eso. Le gustaban mucho las artes, era una pianista frustrada.
Entonces empecé con Bob Dylan, Víctor Jara, Darin Hopkins, Muddy Waters,
mezclando música folclórica con blues, algo que también hago ahora cuando tocó
acústico.
¿Cómo nació la Mississippi?
Nació en un ensayo, ganas de hacer una banda
de blues tradicional. Nuestro primer objetivo era hacer temas de Muddy Waters,
B.B. King, John Lee Hooker, clásicos de blues, tocar en pubs y ganar nuestra
moneda. Nada más que eso. Y nos supero.
Época difícil para el blues los 80… con la excepción de Stevie Ray Vaughan
Vaughan junto con Albert Collins marcaron el
inicio de esa época. Acá se llenaron Obras y teatros completos de blues, dos o
tres noches seguidas. Eso dejo una cantidad de público muy interesante que
todavía persiste y crece porque hay generaciones que se juntan.
Cuando nosotros armamos la banda inicialmente
teníamos un proyecto, empezamos a tocar temas nuestros, nuevos, pero otros
anteriormente compuestos, y así nació: “Mbugi”.
Un disco que en tres semanas vendió 23.000 discos. Para mi fue un vuelco
completo. Después vino “Bagayo” que tuvo
un arrastre tremendo, fue Disco de oro en una semana. Esto nos armó una base a
futuro, porque nosotros seguimos tocando y grabando en todo el país y afuera,
gracias a esos primeros discos.
Primeros tenes que tener una cantidad de años
tocados para evaluar que es lo que haces en tus discos. Nosotros somos una
banda bastante eclética, no hacemos siempre lo mismo, nos gusta jugar con los
estilos del blues, siempre fuimos bastante borders en eso, no fuimos unos tipos
que nos acostumbramos a hacer un estilo y siempre hacemos lo mismo.
En eso tenes un poco a la tradición que te mira de reojo, el público del
blues que es más selecto… ¿Cuál es tu lectura del blues en la Argentina?
Ahora esta surgiendo una nueva generación de
músicos de blues, pero creo que el blues en la Argentina empieza cuando se
empiezan a decir cosas argentinas, no cuando tocan temas de Muddy Waters. Los
Manal, Pappo, pajarito Zaguri, nosotros, La pesada del rock and roll; cuando
empezas a contar tu historia, desde donde vivas, ahí empezas a mostrar otra cosa.
Ahí tenes un interés plus, más allá de lo instrumental, porque hay muchísimos
músicos de blues buenos, pero capaz que van 20 personas a verlos.
En ese impacto de la venta de discos, cuando te encontraste con tipos como
Albert Collins, Budy Guy, B.B.King; ¿Cómo fue el intercambio con ellos?
Con Albert Collins fue un intercambio
personal. Lo fuimos a ver al teatro Ópera y lo invitamos a tocar en una jam
sesión, unos caraduras! Él nos dijo: “Yeah, yeah, go, go”. Fuimos a un lugar
que se llama Oliverio, estaba lleno y Albert Collins trajo a toda la banda, la
gente no lo podía creer. Se sentó a tomar un Bloody Mary, y fue mandando de a
uno a todos sus músicos y al final tocó él: dos horas y media para toda la gente.
Hablamos de su juventud, cuando tocaba con Hendrix. Era un tipo simple, era
como hablar con un amigo; cuando se fue nos abrazamos. De hecho, el baterista
de su banda se casó con una amiga mía, se conocieron esa noche en Oliverio.
¿Qué otros intercambios con músicos recordás?
A James Cotton lo conocimos cuando lo trajo
Pappo al Galpón del Sur. Luis Robinson le dio la armónica con la que estaba
tocando y el tipo la hizo sonar que no se podía creer. Bueno, Cotton me contó
que muchos músicos de blues tocaban la armónica, porque muchos levantan el
algodón. La planta tiene unos pinches, entonces ellos usaban los dedos para
sacar el algodón y se les metían debajo de las uñas provocando infecciones. Por
eso muy poca gente que laburaba con el algodón tocaba la guitarra. Cotton había
trabajado desde muy chico, no sabía leer ni escribir, pero tenía una música y
una musa increíble dentro de él.
Nos divertimos mucho en Brasil, en un
festival del Café Blues. Hice una clínica de Muddy Waters con Ronnie Earl,
quien me invitó a cantar, estando Budy Guy presente que había tocado con Muddy
Waters. Estaban todos los negros adelante, estaba aterrorizando pero salió bien
igual. Esa semana tocamos con Robben Ford, Robert Cray entre otros.
John Mayall un caballero inglés, cenamos en
el teatro Broadway. Le encantaba el pollo argentino, y se llevo uno en la
maleta al hotel. Cuando tocamos con B.B. King en Obras, hizo un ágape para toda
la gente que tocó con él, un tipo muy generoso, una buena persona.
En tus letras hay temáticas comunes a ciertas letras tangueras…
Si, urbanas. Siempre leí mucho, mi vida me la
pasé leyendo, Rodolfo Walsh, Cortázar… Me crie leyendo, y cuando eso pasa tenes
imaginarios. Para escribir hay que escuchar. Hay que escuchar a la gente, las
cosas que pasan, la calle y hay que trabajar con la lectura también. Es muy
interesante, la lectura te da formas diferentes para pensar la misma cosa.
¿Cómo relacionaste la pintura con tu pasión por John Coltranne?
Escucho todo tipo de música que me guste. El
be bop me gusta mucho, Coltranne, Miles Davis, el be bop de los 50, Bill Evans
especialmente. Empecé toda una serie de pinturas con Coltranne, espero
terminarlas en algún momento para fines de 2012 y hacer una muestra con músicos
tocando Giant Steps (disco clásico de
Coltranne).
Si tuvieras que pintarnos a Bufalo,
el último disco de La Mississippi, ¿Cómo lo presentarías?
Bufalo es rojo como la tapa, es un disco
pasional, con corazón, con energía. Tiene una cosa de quinteto que pudimos
ganar al tocar en directo, que es una energía más salvaje, tocar en vivo,
grabar en vivo en tres días como sea; lo que escuchas en el disco es lo que se
grabó. Sin red, sin hacer apreciaciones de si puede salir mal o bien, fue
grabar.
La Plata. El Teatro Bar
Tiene una mística. La Plata es el puticlub,
es el lugar en donde uno básicamente viene y disfruta. Viví acá, conocí a mi primer
esposa, tuve amigos, venía a ver a Los redondos cuando éramos 40, cuando el
pelado tenía pelo. Skay cantaba, el Indio tocaba dos temas y tocaba el silbato.
Estuve acá a fines de los 80 y la pase bien, vi la movida de lo que fue La
Cofradía de la flor solar al final. La Plata es un generador de energía muy
loca, mucho teatro, casas de provincias donde conocías chicas muy lindas.
En El Teatro es la sexta vez que tocamos, a
mi me encanta la estructura, filmaría un video acá. Se hace un clima precioso,
la gente la pasa bien, suena bien, ¿qué más?