viernes, 18 de marzo de 2011

Entrevista a David Nalbandian (Now inédito)




Nalbandian para todos

David Nalbandian es un tenista de excepción por su lectura del juego, su revés y devolución de saque, y por la capacidad de ganarle a cualquiera cuando está motivado. En esta nota con Now!, hablamos sobre el circuito y su labor solidaria con su Fundación.

¿Cuáles son las cuestiones que te sorprenden de la vida del circuito más allá de todos tus años de profesional?
Que sigan apareciendo chicos que le pegan cada vez más duro a la pelota.

Si fueras el mandamás de la ATP por una semana, ¿cuáles serían las tres medidas básicas que tomarías para mejorar la vida del tenista en el tour?
Principalmente modificaría el calendario porque es muy exigente, y los tenistas no tenemos demasiado tiempo para descansar entre torneo y torneo. Creo que ese es un factor determinante en las lesiones que sufrimos actualmente muchos de nosotros. Además de la exigencia de cada partido, exponemos el físico continuamente a cambios de horario, de temperatura y de superficies, y no tenemos el descanso adecuado.

Más allá de los tenistas consagrados, ¿qué jugadores nuevos te llaman la atención, ya sea por un golpe en particular o por otro motivo distintivo?
Hay muchos jugadores jóvenes que tras un par de años en el circuito se adaptan y juegan a una gran velocidad. De cualquier manera, me siguen impresionando más los “viejos” como Roger [Roger Federer] y Rafa [Rafael Nadal] que siguen haciendo cosas increíbles en el circuito.

¿Cómo fue evolucionando tu aspecto mental en el curso de los partidos a lo largo de los años? ¿Cómo manejas esas situaciones de tensión en la competencia?
Al tener más experiencia, ahora me manejo con más tranquilidad que en mis comienzos. Estar en el circuito por tantos años me permitió manejar con mayor soltura situaciones adversas, como por ejemplo, dar vuelta un partido o entrar a una cancha pensando siempre en ganar sin importar el rival que tengo enfrente.

Hay un desarrollo cada vez más evidente del aspecto físico en el juego, ¿cómo creés que va a ser el tenis de los próximos años?
Va a ser un tenis más físico donde los jugadores son cada vez más atletas que juegan al tenis.

¿Cómo ves el futuro del tenis argentino?
La Argentina es un semillero enorme, y entiendo que hay tenistas muy jóvenes que tienen un gran nivel, por lo cual creo que las próximas camadas de argentinos en el circuito serán muy buenas.

¿Cómo empieza y termina para un tenista un día estándar en un torneo?
El día que juego empieza con una entrada en calor; luego entreno en cancha y, por lo general, como algo liviano antes de los partidos. Luego hago una nueva entrada en calor, juego el partido y, al finalizar, hago ejercicios regenerativos, elongación y masajes. Por último, brindo conferencia de prensa y vuelvo al hotel a terminar de descansar y recuperarme.

¿Cuál fue el partido que más sufriste y el qué más disfrutaste porque jugaste rozando la perfección?
En mi memoria, los partidos que más sufrí son los que jugué lesionado. Entre los que más disfruté se encuentran las finales de Madrid y París 2007, en las que les gané las finales a Roger y a Rafa, respectivamente.

¿Qué representa Unquillo para vos?
Unquillo es mi lugar en el mundo, donde está mi familia y mis amigos. Es el lugar donde nací y crecí. La verdad es que no me imagino lejos de mi pueblo por mucho tiempo. Por eso, siempre que vuelvo de alguna gira o tengo unos días para descansar, me voy a Unquillo.

Cuando te retires y la gente hable de David Nalbandian, ¿qué imagen te gustaría que la gente tenga de vos?
La de un deportista que intentó siempre defender la camiseta argentina.


Notas extras

Fundación Nalbandian

¿Cómo surgió la idea de tener la Fundación Nalbandian y cuáles son los objetivos que te proponés con ella?
Cuando empecé a ser conocido, comencé a recibir un montón de pedidos de gente que necesitaba algún tipo de ayuda. Luego de algunos años, se nos ocurrió canalizar todos esos pedidos a través de la Fundación. Nuestro principal objetivo es tratar de mejorar la calidad de vida de chicos con discapacidades y la de aquellos más postergados socialmente. En este momento, una de las obras más importantes que estamos llevando a cabo es la construcción de un centro de rehabilitación que funcionará en Unquillo para los habitantes de la zona de las Sierras Chicas. Una vez finalizada la obra, será donada al Ministerio de Salud de Córdoba.

La Fundación David Nalbandian promueve la integración social de personas con discapacidad y problemas sociales. Se busca desarrollar sus posibilidades y valorarlas en un sentido positivo que los integre en la comunidad. A través de programas y proyectos que se llevan a cabo en las localidades de Unquillo, Río Ceballos, Mendiolaza y Salsipuedes del departamento de Colón, provincia de Córdoba. Para mayor información, pueden visitar la página de la Fundación:  www.fundacionnalbandian.org.ar

Anteo y la Copa Davis

En la mitología griega, Anteo era un gigante, hijo de Gea, diosa de la tierra, quien desafiaba a todos quienes pasaran por sus dominios. Era casi invencible debido a que su poder radicaba en su relación con la tierra. Al estar en contacto con ella sus fuerzas crecían enormemente.
La referencia tiene que ver con el sentimiento de David Nalbandian hacia la Argentina, sus innumerables batallas en donde ha dado muestra de su coraje deportivo, de su pasión por representar al país en la Copa Davis. Pocos jugadores en el mundo tienen la mística copera y las estadísticas de David.
Es cierto, también, que en el camino esquivo de la Argentina hacia la Davis, ha habido frustraciones, egoísmos y desencuentros. Pero también está lo otro: la potencialidad de los tenistas argentinos, el deseo de representar nuestros colores y la ambición de la gloria deportiva para nuestro país.

De pescar al sur al Masters 2005

Era principios de noviembre de 2005, y David tenía todo preparado para irse con sus amigos a pescar al sur del país. Se estaba por jugar el Masters en la ciudad de Shangai, evento que, todos los fines de año, reúne a los primeros ocho jugadores del ranking mundial. Nalbandian no había clasificado para la edición de ese año, pero ante las ausencias de varios jugadores, David tuvo la posibilidad de jugar directamente el torneo. Luego de haber estado una semana sin entrenar, viajó a Shangai, China. El final de la historia ya es conocido: luego de perder apretadamente los dos primeros sets contra Roger Federer, David remonta esa desventaja inicial con un resultado final de 6-7 (4-7) 6-7 (11-13) 6-2 6-1 7-6 (7-3); consagrándose campeón del Torneo de Maestros.






Entrevista a Agustina Cerruti (Revista Now)


Revolución Hawaii

Agustina Cerruti es una mujer que hace de su pasión por los deportes un estilo de vida. Atrás quedaron agotadores viajes laborales a Capital y las carreras universitarias. Su nuevo camino dio paso a un viaje a Hawaii que la ayudó a forjar su independencia personal, su desarrollo deportivo y una nueva forma de ver al mundo que la rodea. Descubrí la historia de la campeona argentina de kitesurfing en esta nota con Now!

¿Cómo empezaste a relacionarte con los deportes?

            De chiquita iba a Estudiantes a hacer destreza. Yo me crié en el Club Regatas, así que estaba al lado del río. Pero con los deportes de agua empecé de grande. A los 17 años mi hermano más grande me invitó a andar en jet ski, me gustó mucho la adrenalina del deporte y que fuera al aire libre, era algo nuevo para mí. Luego conocí una banda de chicos que hacia windsurf y me invitaron a probar. La gente de una escuela me dio los elementos para empezar.
           
¿Tu vida cotidiana iba en paralelo con el deporte o se relacionaba?

            Al principio empecé a estudiar Biología, pero no me imaginaba trabajando de eso. Después, medio de casualidad, empecé a trabajar en Radio Provincia y me gustó, esa idea de armar un mensaje y transmitirlo. Hasta llegue a trabajar en otro programa con Carna y Yayo, los que hacían Videomatch, era muy gracioso. A partir de esto me puse a estudiar Comunicación y conseguí un trabajo en Ceremonial y Protocolo de una secretaria de Estado. Ahí fue cuando más me enganche con el windsurf, tenía el equilibrio entre lo que era la formalidad y la pasión por el deporte.
            Estaba todo el día laburando en Capital, antes o después del trabajo iba a la facultad, y cuando me quedaban cuatro horas libre me iba al río como desesperada a hacer windsurf o disfrutar al solcito un rato.

¿Cómo fue la previa a tu viaje a Hawaii?

            Estudié cuatro años Comunicación y con la formación que me iba dando la carrera empecé a desconfiar de todo lo mediático; me ayudó a entender el mundo de hoy, y darme cuenta de que la realidad está muy lejos de un televisor. Comencé a pensar más en mis proyectos personales, y en tratar de aprender a disfrutar lo me gustaba. En esa época estudiaba y trabajaba, tenía una vida muy activa. Estaba todo el día a full a cambio de tener un sueldo para poder comprarme una pilcha, una compu, etc. Dejaba de vivir las cosas que me gustaban, como estar en el río, por obtener cosas materiales. No me gustaba el modo; me gusta laburar pero para hacer crecer cosas mías, no para rendirle a otra persona. Entonces me dije: “Esto lo tengo que cambiar de alguna manera”.

¿De qué forma fuiste madurando el cambio?

            En un momento no podía más. No quería tomarme un micro para viajar parada todos los días hasta Buenos Aires. Entonces me tuve que decidir. Cuando fui a mi casa a decirle a mi familia que me quería ir a Hawaii, todos se me rieron. Si bien fue conflictivo, yo me quería ir con la aprobación de ellos, no me quería irme peleada o en rebeldía.

¿Por qué la elección de Hawaii? ¿Era un paradigma de lo que significaba otro tipo de vida en relación con el deporte, con el windsurf?

            Conocía a gente que había ido, sabia que podía hacer la experiencia que pensaba hacer. Yo quería cortar con el laburo y con todo lo que venía haciendo acá. Tenía 23 años, ahorre la plata laburando y saqué el pasaje; cuando se lo mostré a mi familia recién ahí cayeron de que iba en serio. Mi idea del viaje era tener una visión de mí desde otro lado, separarme de lo que estaba haciendo y ver que es lo que yo quería para mi vida. Me moviliza el hecho de practicar deportes, pero también quería hacer catarsis de un montón de cosas, que quizás estando acá no las podría haber hecho. Tenía una necesidad de cambiar y se dio porque estaba muy segura de eso dentro de mí.

¿Qué pasó cuando llegaste a Hawaii?

            Al principio estaba totalmente perdida, me sentía en una novela. Después conseguí un trabajo como jardinera para bancarme la experiencia. La vida de mucha gente es así, porque a veces es el costo de hacer la experiencia en un lugar único en el mundo. En este sentido la gente de allá esta más preparada, te tratan de igual a igual.
            Me alojé con un grupo de chicos argentinos, nos organizamos y alquilamos una casa al toque. Fui a una parte de Hawaii que es mucho más desértica, a simple vista no es gran cosa, pero las condiciones climáticas para hacer surf son únicas en el mundo, no hay otro lugar igual en el planeta.

Contame de tus seis meses en Hawaii…

Hay una isla que se llama Oahu que es más civilizada, hay universidades y medios más avanzados. En Maui, la isla en donde estuve, tenes que conseguir un auto porque no hay medios de transporte públicos. Es una isla en el medio del océano que se quedó en el tiempo. En las gasolineras tenes esas maquinas expendedoras, como las de la vieja YPF.
Los primeros meses que estuve allá fueron los más difíciles, se me rompía el auto y no sabía como arreglarlo, laburaba para vivir al día. Todos los días eran un desafío para mis ganas de estar ahí. Me tuve que mudar porque había gente que estaba en otra onda que no era igual a la mía. Rearmé el proyecto como 200 veces. Lo mejor vino a partir del cuarto mes, sabía que volvía y me quedaban dos meses para disfrutar. Ya sabía navegar en olas grandes, conocía todas las playas. Encima conseguí un trabajo en una mansión espectacular en la cual tenía que cuidar dos horas por día un jardín. Me levantaba, cortaba el pasto, cuidaba las plantas, me tomaba unos mates… costaba 7 dólares el medio kilo de yerba (risas).
            También empezás a conocer a los personajes que fueron a hacer sus historias y se quedaron, algunos con casi 60 años. Eso también es chocante, porque yo no quería ser eso tampoco. A mi me gustaba el deporte, pero ya tenía en ese entonces mis proyectos de importar y vender equipos, hacer otras cosas.

En cuanto a la práctica deportiva, ¿Qué cosas te llamaron la atención?

            Supere mis propias expectativas. Me ayudaba el hecho de que las condiciones climáticas fueran siempre iguales. Empecé con olas de 3 metros y todo bien, veía que no pasaba nada y me animaba con olas más grandes. Termine metiéndome en olas de 6 metros, que es el día de hoy que me digo: “Estaba loca”. La misma gente de ahí te guía y te ayuda. He estado a punto de ahogarme alguna vez, pero en el momento en el que te agarra una ola y te revuelca… yo me rindo, me relajo, eso hace las cosas más fáciles.
Una vez me pasó que me enganche debajo del equipo y la ola no me sacó para arriba: ahí si me preocupe. Corrí la vela de windsurf que estaba arriba mío y salté como si fuese la ballena Willy pasando la muralla (risas), respire y dije: “Zafé”. Me gusto el hecho de ver que podía reaccionar y eso te da más seguridad.

En relación al entorno del deporte, ¿Cómo te iban tratando por el hecho de ser mujer, y como fue tu aprendizaje, tu evolución?

            En Hawaii estás rodeado del mejor nivel mundial. Yo me metía a navegar y me pasaba por al lado el numero 1 del mundo, y me tiraba una prueba cerca mío y yo podía verla porque lo hacían en el mismo lugar en donde me había metido. Eso te da mucha iniciativa a probar cosas nuevas. Acá en el río te metes con gente que va y viene, en cambio allá te metes con gente que esta probando miles de maniobras y eso es lo que te genera más ganas de aprender. De hecho cuando salís, si les preguntas sobre algunas cuestiones, te explican.
            En cuanto al grupo de los argentinos… en estos deportes hay una cuestión fundamental que es el respeto. Si la gente ve que vos le pones garra y queres aprender, te empiezan a salir las cosas porque pensas en como hacerlas; ellos te empiezan a respetar y te dan más lugar. Al principio me miraban como diciendo: “¿Qué onda esta?” Después si te metes sos parte del grupo.

¿Cómo fue el momento del regreso? ¿Qué paso cuando llegaste a la Argentina?

            Lo que más me costo fue volver a arrancar acá. Por el lado deportivo volver al río fue difícil, tan difícil que cambié de deporte porque las condiciones climáticas no me permitían seguir con el windsurf. Así fue que comencé de cero a practicar kitesurf para lo cual no se necesitaba tanto viento. A la vez, había estado conviviendo con un chico que se dedicaba a hacer páginas web, lo veía levantarse y trabajar desde la casa; y… ¡Yo que me tenía que ir hasta el medio de la ciudad todos los días! Así que me puse a hacer un curso de páginas web y empecé a laburar un poco de eso.  
La parte de comunicación también me seguía interesando, pero no me veía trabajando doce horas en una redacción. Entonces pensé que tenía que transformar la comunicación en algo más creativo, y empecé a estudiar Diseño Multimedial en Capital, para complementar el trabajo de las webs. Estaba a full con eso, cuando un amigo me ofrece asociarme para importar equipos de kitesurf y otros deportes de agua, para vender en el país. A partir de esto volvió mi práctica activa de los deportes acuáticos, que se había cortado un poco.

¿De que se trata tu trabajo?

            Mi función es interactuar con el cliente en el agua, navegando y demostrando como funcionan los equipos, y mi socio se encarga de todos los trámites de la importación. Todos los años se renuevan las colecciones de los equipos. El trabajo esta muy bueno y además me permite seguir navegando. En Argentina las condiciones climáticas son muy convenientes para la práctica del kitesurf. El Río de La Plata es ideal para aprender, sobre todo en Punta Lara en donde hay poca gente, buenas condiciones de playa y muchos días de viento.
            Es un deporte que ha evolucionado mucho en los últimos 4 años. Cuando hacía windsurf, intente hacer kitesurf, me compré un equipo y fue una locura. Porque los sistemas de seguridad eran ineficientes, entonces espere un par de años y cuando volví de Hawaii me compré otro equipo y noté que andaban mucho mejor, pero tampoco le daba mucha importancia. Pero a partir de empezar a importar los kites comencé a entrenar con gente que andaba muy bien, me empezaron a ayudar y eso me motivó mucho.

¿Cuándo decidiste empezar a competir?

            La competición fue de la mano de la importación, porque yo tenía que ir a los eventos a promocionar los equipos, probar los materiales y saber de la calidad del producto que comercializaba a partir de la experiencia. En el primer campeonato que corrí no había chicas, debido a que las pocas que estaban lo hacían de forma amateur; y yo por mi trabajo estaba motivada a probar modalidades más extremas. Ahora hay más mujeres que navegan mucho mejor y eso esta bueno, porque te ayuda a mejorar tu propio nivel. Recién este año empezamos a tener categoría damas. La cantidad de participantes depende del lugar en donde se hagan las fechas.
            Este deporte va a seguir creciendo, en Capital se matan por un centímetro de tierra y en nuestra ciudad tenemos kilómetros de costa que no se usan. Viene mucha gente de Buenos Aires y de Rosario, se llena; y quizás la gente de La Plata se lo pierde porque no sabe las posibilidades que tienen.

¿Cómo es el mundo y la gente del windsurf y el kitesurf?

            A la gente del deporte le gusta estar al aire libre, practicando un deporte, pasándola bien con amigos, tiene la mente muy abierta, hay muy buena onda y podes ir exclusivamente a divertirte. Es el contraste absoluto con mi forma de ver a la ciudad. El deporte también te permite viajar y conocer gente con la misma filosofía que vos y nutrirte de toda esa experiencia.




Entrevista a Alejandro Apo (Revista Now)


 
Abrazo de gol

            El sentimiento popular del fútbol nos abraza en el recuerdo, nos emociona en el presente, nos espera en lo que vendrá. Nuestra primera vez en una cancha, el gol del domingo, un Mundial por venir.
            Alejandro Apo es un hombre de fútbol, de niño se crió con la mágica pasión por jugar, el potrero con amigos, el barrio y  las charlas de café; entre los ecos de las hazañas de los futbolistas de antaño y los comentarios de su padre sobre don Miguel de Unamuno, entre otros. Según Alejandro, su papá, “el verdadero Apo”, creador del ciclo “Polémica en el fútbol” y reconocido periodista, junto a su madre Dora; fueron rodeándolo de un atmósfera de “cultura popular, de cine, de obras de teatro, de cuentos, de crecer como persona a través de otras miradas”. Ahí nació la semilla que luego se transformaría en evocaciones de historias de vida, de historias de fútbol.
            Las lecturas de cuentos relacionados a la pelota crecieron con la empatía y la escucha cálida de la gente a través de “Todo con afecto”, su clásico programa de radio. Después nació el espectáculo teatral “Y el fútbol contó un cuento”, en donde es acompañado por el músico marplatense, el “Turco” Sanjurjo, con quien ha recorrido muchos lugares de todo el país.
            La escena esta preparada, El Teatro Bar de La Plata los recibe con sus butacas ansiosas, las plateas llenas de amigos y familias que charlan y cenan en la víspera del inicio del espectáculo. Las luces y el sonido fluyen como relámpagos que se desparraman entre las palcos que dan un marco periférico y una acústica magníficas al visitante.
            Los amigos de la infancia, los cuentos de Fontanarrosa, Soriano, Dolina, Sacheri, Benedetti y tantos más se entrelazan en la voz del narrador. Los valores del fútbol en la vida, la literatura y lo heroico, la cultura popular, las charlas futboleras con nuestros pares, son banderas que Alejandro Apo levanta para resistirse ante las injusticias, el desprecio de la academia, la sectorización limitada de la pasión futbolera, las miserias de los negociados alrededor de la redonda.
            Mientras tanto, en el verde césped los años pasan, según Apo “los espacios se han achicado, la preparación física y táctica ha sido terrible, y en relación a esto el fútbol ha perdido mucho de su sentido estético”.
            La copa del mundo se nos acerca y en la Argentina  se palpita como un acontecimiento muy especial. Más allá de las polémicas y las comparaciones, nos jugamos nuestra propia historia, nuestra ilusión como pueblo que respira fútbol. El estandarte de Maradona como emblema de nuestra selección desde su función de técnico, la camiseta que nos representa, la sensación de poder estar entre los mejores.
            Apo recuerda el duelo que hizo Brasil para poder alejarse del fantasma de Pelé y ganar un campeonato luego de 24 años, y lo compara con la igual cantidad de años que se cumplen de nuestra última copa del mundo en México 1986. Hablando de Argentina, Brasil y los mundiales como no recordar su anécdota con Víctor Hugo en el clásico sudamericano de octavos de final en el Mundial de Italia de 1990.
            En el primer tiempo Brasil peloteaba a la Argentina, el seleccionado de Bilardo, con Maradona y su tobillo lastimado, no podían detener a Careca, Valdo, Alemao y compañía, que hacían sonar los palos del arco argentino. El partido era desigual, los de amarillos dominaban en todos los lugares del campo; la única esperanza argentina radicaba en el hecho de que el marcador siguiera en cero y en que el universo nos guiñara un ojo. En plena transmisión de ese sufrido partido, Alejandro Apo le comenta a Víctor Hugo: “Lo veo bien a Caniggia, va a tener una situación…”.
            Con la fuerza de una profecía, luego vendría la jugada heroica y extraordinaria de Diego, que gambeteando dolores y jugadores brasileros, se la pasaría a Cani (el niño mimado de Apo) quien definiría ante la sorpresa de Taffarel, el arquero de Brasil, y contra todos los malos augurios.
            Según Apo, “Caniggia fue sin dudas uno de los segunda puntas más importantes de los últimos años, que combinó a la perfección técnica en velocidad y supo ser quien mejor entendió a Maradona”.
            Pero volvemos al Mundial Sudáfrica 2010 y las proyecciones que hacemos sobre el futuro de nuestra selección. La sensación épica del 86, el orgullo de los jugadores ante las adversidades, la mística del grupo, “es una materia pendiente de este grupo de jugadores, pero creo que eso se va a lograr con la influencia de Diego en lo anímico. Además Messi tendrá que jugar como el Balón de Oro”. 
            Maradona y Messi. El privilegio de tener al más grande jugador de todos los tiempos de DT y al mejor jugador del mundo en la actualidad, nos genera comparaciones, dudas, rivalidades; en vez del goce de disfrutar de los años exitosos y la experiencia, sumado a la posibilidad de seguir buscando la gloria a partir de un nuevo talento, un crack hecho realidad.
            “Lo que hay que entender es que Maradona no sólo no es comparable con Messi, sino que no se lo puede comparar con ningún jugador. Diego fue su magia, esa técnica, esa cabeza, la manera de involucrarse en un partido, de jugar con un tobillo hecho un melón,  de rajarse del Barcelona y decir: “Yo me voy a jugar con la selección”.” sentencia Apo.
            “Yo no se que ángel pardo se asomó por Fiorito, se coló en los picados donde él anochecía y prendado del ángel, gurrumín de la zurda, se instaló en el mocoso con brutal brujería. Ya tramaban entre ambos portentosas hazañas”. El inicio de estos “Versos a Maradona” del poeta Héctor Negro, que Apo recita en su espectáculo, nos hablan del orgullo de Diego, su bandera, su contexto, su historia incomparable.
            En la actualidad todos los ojos y las expectativas están cargados en Lionel Messi. “De Messi espero mucho, tengo una gran admiración, me parece un jugador extraordinario, de una gran habilidad y rapidez, que siempre está erguido, que mira, es muy completo. Él va a tener que entender que no solamente de la influencia de su habilidad puede definir un Mundial, ahí tiene que aparecer su personalidad”.
            Es nuestro deseo que así sea. Nuestra esperanza ya empezó a jugar el Mundial.
           


Entrevista a Guillermo López (CQC) (Revista Now)



 El zapping de la vida

Guillermo López es más conocido como el “pelado de CQC”. A fuerza de picardía ha ido gestando un personaje que es ni más ni menos que él mismo. Antes de eso estaban sus años de clown, la animación de fiestas con pésimo sonido para una docena de personas, sus trabajos como extra. Hasta que su pedaleada en el medio tuvo un cambio rotundo cuando su desfachatez lo llevó a pedirle trabajo a Mario Pergolini. En una charla con Now!, en Pinamar, nos cuenta de todo esto y mucho más.

¿Cuáles son tus proyectos en este verano en Pinamar?
Es la octava temporada que hacemos de “Vacaciones pagas” en la radio de Badía y para nosotros es un placer estar acá. La verdad me estoy todo el año en Buenos Aires esperando el mes y medio que paso en Pinamar. Elegimos la radio de Badía, en 2003 vinimos por primera vez, después me fue gustando el lugar, la verdad que es muy lindo, son ocho temporadas. Te vas cruzando con mucha gente, por suerte hemos tenido muchos amigos que, verano a verano, volvemos a ver. Así que para mí es un placer estar acá, es un tiempo que se me hace corto.

¿Qué comparación haces con otros veranos de tu pasado?
Obviamente acá llevo una vida extremadamente agradable. Cuando era chico veraneaba en San Clemente, después en San Bernardo con el grupo de amigos, y la teníamos que remar. Ahora tengo la posibilidad de estar en Pinamar, que es el lugar más lindo de Buenos Aires junto con Cariló y Mar del Plata. Pero creo que Pinamar es el “lugar”, y además está el hecho de tener todos los beneficios que nosotros tenemos producto de hacer la radio. Llevamos una linda vida acá, entonces permanentemente comparo para darle más valor.

Éste es tu momento actual, pero vos la venís remando de hace mucho. Contános cómo fue tu ingreso a CQC y la anécdota con Pergolini.
Yo arranqué en el 89 a estudiar teatro con Agustín Alesso, en el 92 terminé y ahí empecé a hacer laburos de tele, bolos como actor, a conducir eventos, a estar 2 años como clown en un circo, a hacer teatro callejero. Hice de todo hasta que llegó el momento en el que fui a ver a Mario, lo fui a encarar a la puerta de Rock and Pop en el 2001, a pedir laburo, sin saber que iba a entrar en CQC, fui a pedir trabajo en general. Lo encaré y le dije “Te puedo molestar un segundo?” y él me dijo: “Para que me vas a molestar si me podes tratar bien”, entonces volví para atrás y le dije “¿Te puedo tratar bien un segundo?” A partir de ahí le expliqué que era actor, que quería laburar, que no tenía representante, y que mis contactos los generaba así. Entonces me dijo que no tenia nada en ese momento, me dijo que pasara a fin de ese año. Supongo que ahí vio que le la manera de encare mía me podía llegar a servir como notero a futuro, no se que habrá pensado.

¿Cómo fuiste gestando ese personaje del notero en Caiga quien caiga?
En realidad puse mucho de mí, el estilo de humor ya lo tenía pero hasta ese momento era para unos pocos y en CQC en un mes tuve una repercusión que no había tenido en los 10 años que venia remando del 92 hasta el 2002. La segunda vez que lo vi a Mario fue cuando le dije “Te vengo a decir que yo soy el nuevo notero de CQC y vos lo tenes que saber”, lo cual le pareció divertido y ahí me citó en febrero. Finalmente tuve la entrevista con él, y de ahí pasamos al 20 de marzo cuando me llamaron para hacer la prueba de un personaje que era un asesor de imagen. Me probaron, gustó y quedé. La verdad que fue como un cuento redondo, porque yo no conocía a nadie, no tenía ningún contacto en 4 cabezas.

¿Cómo fue tu trato con Pergolini al empezar a trabajar con él?
Muy bien, es hasta el día de hoy. Todos los veranos él los pasa en Cariló, todavía lo voy a visitar y charlamos mucho. La verdad es que estoy enormemente agradecido con Mario. No solo laboralmente me cambió la vida. El hecho de lo laboral me cambió en general, entonces esta bueno acordarse. Lo mismo con Badía, en el 2002, mi primera temporada de CQC, le pedimos hacer radio acá y también, accedió con la misma generosidad que tiene hoy que obviamente las cosas son muy distintas. Mario y Juan son dos personas que tengo como referentes de gente muy correcta en el medio y gente que ha ayudado a otros que recién empiezan.

Contame algo sobre tu etapa de clown y de artista callejero…
En realidad lo de clown era en el Parque de la costa, el Circo de la costa. Ahí hacíamos un número de humor y éramos tres actores que oficiábamos de clown. Durante dos años hicimos de 3 a 6 funciones por día, dependiendo del día, para 2000 personas y estaba buenísimo el show. Creo que después de CQC y ahora Zapping, el espectáculo que me ponía más orgulloso era el show del circo de la costa.

 Y vos como te imaginabas en ese momento…
En realidad no proyectaba, yo voy bastante al día, incluso ahora que surgen un montón de propuestas, que la exposición de que te vengan a buscar de un montón de lugares. Ya se que este año 2010 tengo Zapping, CQC, me han propuesto cosas de radio en Buenos Aires, y digo ya está. Se que todos los veranos voy a Pinamar, y la productora me lo respeta, porque sabe que yo lo disfruto mucho y con los años se fue convirtiendo en un buen producto, con buenos auspiciantes, entonces tiene mucha repercusión con la gente.

¿Qué sensaciones te generan estas demostraciones?
Eso esta buenísimo, nosotros acá todos los días llenamos la rotonda de oyentes haciendo un piquete de onda, es una demostración pura de cariño, de afecto. Eso no tiene precio, porque vienen a jugar con vos a cambio de nada, es onda por onda, la verdad que es muy gratificante. 

Guillermo forjó su reconocimiento como notero, a partir de la buena onda con los famosos, desde Darin al bambino Veira, de Cerati a Del Potro y las mujeres más lindas de la Argentina. En “Caiga quien caiga” aparecieron sus propias secciones como “CQC Test”, “Trabajos forzados”, y hasta su propio programa semanal: Zapping. 

¿De que manera se da ese ida y vuelta con los entrevistados, cómo fue al principio y de que forma fue cambiando con el paso del tiempo?
A mí lo que me pasó fue que entré haciendo una cámara oculta a políticos que estaba muy buena, los dejaba bastante mal parados. Eso genero como un respeto con el medio artístico, entonces cuando empecé como notero me daban cabida porque decían: “Este es el que ya embocó a tal o tal político” y eso me puso en un buen lugar. Después fui construyendo relaciones. Con Darín, Etcharri, Suar, Francella, Araceli González. No sé… por darte algunos ejemplos. La verdad, son muy pocos los que no me la reman, por ejemplo Sofovich no me habla, pero en algún punto me la esta remando, si no, no tiene gracia la nota.
La verdad es que he tenido mucha aceptación en el medio y eso esta bueno porque yo me he mostrado tal cual soy. Es un buen mensaje, porque cuando queres interpretar un personaje que no sos, eso tiene fecha de vencimiento. Me manejó como soy, y eso generó que la gente me devuelva buena onda.

¿Tenes alguna notas que te hayan marcado especialmente?
Por ejemplo, estando en canal 13 nos colamos en unos premios Gardel con la Bersuit y  yo andaba luqueado como uno más de la banda, esa fue una muy buena nota. Estaba transmitiendo Telefé, subí al escenario, recibí un premio de la Bersuit y me saqué la peluca, estaba Pettinato conduciendo y eso fue una nota muy linda porque salio redonda. Después siempre me acuerdo una nota con Jelinek porque le preguntaba cosas como Bioy o Casares y respondía uno de los dos, y es como la síntesis de escuchar pelotudeces. Después de todo lo que fue el chichoneo con las chicas, que a mí me tocó ese rol, desgraciadamente (risas), creo que el romance mediático que hicimos con Eugenia Tobal fue el más divertido. Había un culebrón y querían ver que pasaba, entonces era muy divertido, como una mini novela dentro de las notas de color de CQC.
¿Alguna entrevista que te hubiera gustado hacer?
En realidad lo que me hubiese gustado es hacerle una entrevista a Olmedo, porque a mi me gustaba mucho lo que hacía. Me hubiese gustado que CQC existiera en los 80 y ser notero para tener el ida y vuelta que ahora tengo con mucha gente.

¿Hay alguna anécdota que recuerdes especialmente?
Hay una que me contó Carlitos Tévez que es buenísima. Él estaba jugando a la pelota por plata en Fuerte Apache. Imagináte, el clima que había en esos partidos. Se juega a todo o nada, hay muchachos pesados. Bueno, la cuestión es que el partido se definía por penales. Le toca patear a Carlitos y si lo hacia su equipo ganaba. En eso uno de los rivales le muestra una pistola que tenia atada en la pantorrilla y le dice: “Si lo metés te mato”. Carlitos se pone nervioso, lo miraba al tipo y a la pistola; toma carrera y le pega fuerte. Mete el gol y sale corriendo a todo lo que da pasando el arco. 

¿Qué  te dicen tus amigos del hecho de que hayas transformado en el “pelado” de CQC?
Es gracioso porque ellos me dicen, “Yo no termino de registrar que vos sos el de Caiga, para nosotros vos sos el de siempre” y yo quiero eso. Pero me pasa que uno me dice: “¿Me acompañas a buscar a mi hija?”, y vamos; cuando llegamos me dice: “Uh que boludo, te hice venir y acá están todas las madres, los chicos que te vienen a saludar, te piden fotos…” y esta bueno eso. Nosotros somos un grupo de amigos que nos conocemos desde los 5 años, hoy uno es el médico, otro el profesor de historia, otro maneja una empresa;  y yo como no quería laburar me metí en la tele.

Entrevista a Juan Alberto Badia (Revista Now)


Veranos de radio

Algunos nombres permanecen en la memoria de la gente de manera singular. Se forma una relación afectuosa a través de los medios de comunicación. La radio y la televisión forman parte del universo de Juan Alberto Badía y de su público. En esta nota con Now!, hablamos con Badía sobre sus días de radio en Pinamar, su pasión por The Beatles y sus 40 años de trayectoria.

¿Qué significa para vos trabajar en los veranos?
Hago una rutina hace 20 temporadas consecutivas, que antes hacía en Mar del Plata. Es parte de una rutina de vida. A las diez de la noche, siempre ceno en la terraza de la radio. Aquí transmito la bienvenida del año nuevo, y se reúnen 5000, 6000 personas, hay fuegos artificiales, bailes, etcétera.

¿Cómo fueron esos primeros años? ¿Cuáles son tus recuerdos de aquellas temporadas de trabajo?
Antes de 1999 eran vacaciones con un ratito de radio, amigos, familia y playa. Cuando me dieron la licencia de la radio, empecé a armar una radio y se convirtió en trabajo y en un mínimo de vacaciones. Ese fue el cambio. Antes hacía las temporadas en Mar del Plata y me parecía pesado trabajar en verano. Cuando empecé a venir a Pinamar en 1990, donde fui casi un pionero, había una sola radio. Sentí que había encontrado el paraíso. Vine con mi familia, mis amigos; los arríe a todos para acá.

¿Qué tiene Pinamar que te gusta tanto?
En aquel tiempo..., su “cosa” relajada; las vacaciones de verdad, más agrestes y naturales. Sentía una diferencia con esa gran ciudad que es Mar del Plata. Ahora sigue conservando la misma playa, el mismo mar, el mismo verde, pero se ha ampliado muchísimo. Recuerdo que en 1995 compré mi casa allá en el norte, y era la única de la manzana. Hoy no queda nada, no quedó ni un terreno. Sin duda, Pinamar tuvo un gran progreso durante estos 20 años.

¿En qué momento te encuentra tu vida ahora? ¿Cuáles son tus proyectos?
Mi vida me encuentra agradecido. Me parece mentira haber pasado 40 años trabajando en lo que me gusta, ser hoy el referente de algunos jóvenes y poder trasladarles lo que pienso de mi profesión, y haber cosechado tantos amigos. Uno de ellos lleva el nombre de este mirador, “el gallego” Víctor Sueiro; por él vine a Pinamar. Me encuentra abuelo, enamorado, trabajando, muy agradecido y feliz. Me siento pleno en esta vida, a pesar de que sé que me quedan cosas por hacer; no laborales, sino como persona.

¿Cuáles son tus sensaciones cuando recorrés el país y ves lugares tan distantes del foco de los medios y ves expresiones o sensaciones que quieren ser…?
Me da bronca que no podamos ser de otra manera, al tener el país que tenemos y al tener esa gente que no sale en los diarios, porque no ha hecho nada terrible, ni bueno ni malo. Es ridículo que no sepamos cómo hacer para que estas personas, con esperanzas y ganas, sobresalgan en la Argentina, y que no lo hagan aquellas que nos frustran. Tenemos un país maravilloso, no sólo por los recursos naturales y humanos; pero bueno, yo no sé si voy a poder ver un cambio, porque, en el mejor de los casos, tiene que haber uno en la formación y en la educación de un par de generaciones. Nos hemos criado detrás del facilismo, del dinero, del éxito, de la fama. Actualmente, a través de los medios, estamos metiendo esa información todo el tiempo. Me da bronca.

En cuanto a tu trabajo, ¿cómo preparás las entrevistas?
No soy periodista. Yo soy locutor, entrevistador, charlatán, conversador. Entonces, es difícil que vea a Sábato y, cuando vaya a entrevistarlo, diga: “Voy a hacer la nota de mi vida”, o entreviste a Paul Mc Cartney y diga: “No me voy a perder de preguntar…”. No, no, no. Yo charlo, trato de sacarle a la gente las cosas que me parece que tengo ganas de escuchar y de sentir.

Contanos de tu experiencia y fanatismo con los Beatles.
Eso no tiene que ver con los medios, sino con mi adolescencia. Tiene que ver con Ramos Mejía y con mi amigo Alberto del Piore, cuyo padre era ferroviario y trajo el primer disco de los Beatles al barrio. El estúpido fui yo, ya que un día, allá por 1970, año en que me recibo y los Beatles se separan, digo: “No voy a dejar que los olviden” y arranco con la beatlemanía. No bien pude, en el primer programa de radio, los pasé. Pero lo hice para que la gente no los olvide. ¡Mirá que tonto! Pasaron 40 años, y los tipos siguen sacando discos. ¡Qué bárbaro!

¿Qué sentiste cuando entrevistaste a alguno de ellos?
Sólo entrevisté a Mc Cartney. A Harrison sólo le di la mano en Río de Janeiro;  a Ringo no lo conozco personalmente, y con John, me cancelaron la nota a último momento. Paul Mc Cartney es un seductor. El reportaje más fácil de mi vida lo hice con él. ¡Imaginate!, yo estaba en Toulon, Francia, esperando la entrevista, que se hacía en el backstage de su espectáculo, cuando él llegó y dijo: “Juan Alberto Badía, ¿no? ¿Vas a escribir, alguna vez, un libro mío? Porque sé que escribiste uno sobre John”. Esto habla de quién es él: gracias a alguien que le dice dos o tres cosas, sabía, de antemano, quién lo iba a entrevistar, y utilizó conmigo todo el español que aprendió en el colegio. No se evitó ni el autógrafo, que también lo escribió en español.

¿Qué cosas te quedan de esa charla? ¿Qué recordás?
Recuerdo todo. Te puedo repetir los 25 minutos si querés. Por ejemplo, el momento cuando me contó cómo cambió su vida a partir del asesinato de Lennon. No sólo por la ausencia de John —con quien se veía más de lo que el periodismo y la gente decía—, sino por el miedo que este mundo loco le generó. Fue el momento en que se dio cuenta de que el mundo estaba realmente mal. Escucharlo hablar de “miedo”, me impresionó. Después te puedo contar de sus recuerdos sobre los Beatles, sobre John, sobre su amor…, y de cómo se dio cuenta de que su relación con el mundo era más natural y menos ficticia. Él, que venía de todo lo ficticio, de todo lo antinatural, de las drogas, pudo reivindicar su vida, al descubrir la relación del hombre con la naturaleza. Un tipo muy interesante.

¿Qué significa para vos el rock nacional?
Lo vi nacer, vivir y lo difundí. Soy amigo de muchos representantes de nuestro rock. Queda mal decir que los Beatles influyeron muchísimo, pero así fue. Su música era muy fuerte como el hecho de no poder cantarla en español. Para los que escuchaban música en inglés, era grasa cantar rock en nuestro idioma; había desprecio por quienes lo hacían. Pero esto cambia de golpe con los Spinetta, los Nebia. Ellos empiezan a ligar esa música con nuestro idioma, y luego el tango se mete en el rock y genera algo nuevo, distinto. Incluso el folclore había empezado a fusionarse en los 60. Agradezco tanto a aquellos, como Lito Nebia, que empezaron esto. Es riquísimo nuestro rock nacional: León Gieco, Víctor Heredia, entre otros, son para todo el mundo de habla hispana. Más allá de que en la actualidad no aparezcan demasiadas cosas nuevas, y el rock se haya puesto más narrador y menos poético en algunas de sus expresiones, el rock nacional marcó una etapa y su desarrollo no se va a detener. Tenemos una marca registrada. Forma parte de las músicas nacionales argentinas: el tango, el folclore y el rock nacional.

Juan Alberto Badía lanzará The Beatles por Badía, un libro con dos DVD. Una mirada personal en clave autobiográfica sobre el fenómeno mundial de los Beatles.

Entrevista a Juan Ramón Verón

El legado de una mística

A veces en el tiempo suceden armonías secretas, continuidades que evidencian un destino. Los hechos aparecen como relámpagos de sensaciones, marcados por un camino, una huella secreta que espera su futuro.
El andar empieza sin que uno se de cuenta de lo que nos espera en el horizonte. Sobre todo esto, conversamos con Juan Ramón Verón.

Inicios

¿Qué significaba para vos ser futbolista?
-    Pienso que como a todo chico que le gusta el fútbol, la idea era jugar, pero no sabía dónde. Después, cuando me fui a probar a Estudiantes y empecé a jugar, la incertidumbre terminó. A partir de ahí, apareció la posibilidad de llegar algún día a Primera.
¿Con qué ambiente te encontraste? ¿Cómo fuiste forjando tu identidad a través de la identidad del Club, de tus compañeros y del grupo?
-          Creo que tuve la gran suerte de encontrar a dos personas que trabajaban en el Club, el Cholo Stella y Rodolfo Pedrillo, técnicos encargados de las divisiones inferiores. Ellos me ayudaron mucho, ya que cuando tenía entre 15 y 16 años, mi mamá falleció, mi papá se fue a trabajar al interior del país y yo me quedé solo. Así que me trajeron a vivir a la Casa Club. Gracias a este gesto, pasó todo lo que viví, si no, me hubiese ido con mi papá… si no, el fútbol hubiese sido una aventura.

Sacrificio y gloria
La influencia que ciertas personas tienen sobre nosotros nos hace ser mejores. Desde la enseñanza y la comprensión, la exigencia y los valores, casi sin darnos cuenta, vamos creciendo y gestando un legado. 

¿Te dabas cuenta de tu evolución personal? ¿Cómo analizabas tu desarrollo?
-          Notamos un gran cambio cuando vino Zubeldía. Pasamos de ser jugadores aficionados a jugadores profesionales. Hubo un gran cambio, y se notó mucho. El profesionalismo, el estar en cada detalle, el vivir largos períodos en el Country, las concentraciones… Así nuestro grupo de tercera división pasó a jugar en Primera. Empezamos a hacer una buena campaña para lo que era Estudiantes en ese momento. La repetimos al año siguiente y, al tercer año de la llegada de Osvaldo, ya éramos campeones.
En la vida cotidiana de los entrenamientos, ¿cómo se transmitían los valores?, y ¿qué se aprendía de los grandes?
- Esta gente me ayudó mucho, lo que te da pie para que uno no se olvide de ellos. Como a uno lo ayudaron, uno quiere ayudar al que viene detrás. Eso siempre se dio en el Club y por eso están las pensiones de Estudiantes, en donde hay un promedio de 60 ó 70 chicos del interior y de todos lados. El Club está para quien lo necesite. Entonces, todo eso te va dejando algo muy lindo… lo vas aprendiendo sin querer y después, seguramente, vas a ayudar al que viene detrás, y así se va transmitiendo de generación en generación.
¿Cuáles fueron tus sensaciones cuando llegó esa época dorada del Club?
-          Es algo distinto. En ese momento lo vas viviendo, pero no te das cuenta por falta de tiempo ya que al día siguiente tenés que volver a entrenar. Y… el técnico que teníamos… no te dejaba disfrutar. Vivíamos acá. Nos pasábamos semanas y hasta quizá un mes sin salir, jugando partidos, concentrados. Creo que eso ayudó mucho a formar ese gran grupo que éramos: un equipo de 20 ó 22 jugadores que, entrara quien entrara, siempre rendía. 

Grecia y el “después” del fútbol
La distancia y los contextos nos hacen diferentes, nos transforman.

¿Cómo cambió tu vida con tu ida a Grecia? ¿Cómo fue ese momento?
-          Me hizo muy bien. Fueron tres años en un lugar desconocido, pero me fui habituando de a poco. Empecé a bucear, a leer, a visitar lugares, a conocer gente. Todo eso me hizo crecer, y me sentía distinto. Al tercer año ya era otra persona. Actualmente voy cada vez que puedo, ya que conocí mucha gente con la que aún somos amigos.
¿Cómo es la vida en familia después del fútbol?
-          Si bien después tenés mucho tiempo, el perdido no lo recuperás. Gracias a Dios, una vez que me retiré, seguí ligado al fútbol. Creo que el que jugó al fútbol –y aún le gusta– tiene que seguir vinculado a este deporte. 

Sebastián
El orgullo de un padre. La grandeza de un hijo.

¿Cómo fue tu relación con Sebastián, con esto del fútbol, de Estudiantes, de lo qué es el Club?
-          Bueno, con Sebastián… lo de él fue muy especial. Hasta los seis o siete años estaba permanentemente a mi lado. Yo iba al entrenamiento, y venía conmigo. Él siempre estaba con la pelota.
Era algo natural de él…
-          Sí, él quería estar. Ya desde los dos años, o un poco antes, iba conmigo a los entrenamientos, incluso a las concentraciones. No se sentía incómodo, sólo necesitaba la pelota. Eso ayudó mucho.
¿Cómo viviste ese proceso en sus comienzos como jugador?
     -     El tema de ser jugador vino mucho después. Recién a los 15 ó16 años, te das cuenta si va a serlo o no. Mientras tanto, había que tomarlo como algo que le gustaba hacer después del colegio y nada más. El que piensa que antes de esa edad puede saber, se equivoca, porque le vas a exigir cosas que no corresponden.
¿Cuándo te diste cuenta de que había una representación, una continuidad en lo futbolístico?
-          En lo futbolístico… Cuando Sebastián tenía entre 17 y 18 años, pegó un gran salto. Más allá de que había estado en las selecciones juveniles desde los 14, creo que en el Club pegó el salto a los 18 años. Ahí fue cuando se afianzó, cuando los técnicos vieron que era distinto. A partir de ese momento, empezó su carrera.
¿Cómo viviste su carrera? ¿De qué manera lo acompañaste?
-          El acompañamiento grande lo hice cuando él se va de la Argentina. Cuando yo estaba trabajando en Guatemala, se va un tiempito a Boca. Como Bilardo estaba de técnico, no había problema. Pero cuando lo venden a Italia, ahí sí lo acompaño. Fui con él porque el primer tiempo lejos del país es difícil. Luego vino la novia –actualmente su mujer–, y se quedó con él. Así Sebastián fue haciendo su carrera.
¿Cómo viviste su vuelta al Club?
-          Él tenía muy en claro que iba a volver al Club. No sabíamos cuándo. Y finalmente se dio a fines del 2005, cuando vino y me dijo que había cumplido su etapa afuera, luego de casi 10 años. Pegó la vuelta y en un momento excelente, porque en el 2006, Estudiantes arma un buen equipo –uno que venía gestándose– y sale campeón. Desde ese momento, Sebastián está viviendo su sueño: este es su sueño.
En la vida cotidiana, ¿de qué hablan?
-          De fútbol, no, porque pasamos todo el día en el Country. Hablamos de los chicos, de la vida, de sus cosas, de lo que está haciendo, de lo que quiere hacer. Dos de sus grandes sueños son el de Estudiantes a fin de año y el de la Selección en el Mundial. Creo que a partir de ahí, vemos cuándo se retira. 

Estudiantes de La Plata como institución. Mística y valores de un club que quiere seguir creciendo.  
         
¿Cuándo te diste cuenta de que Estudiantes era una gran familia que iba a mantener una estructura, una idea de club?
-          Con nuestra generación, eso empieza a tomar gran fuerza. Había algo más que los resultados deportivos. Nosotros veíamos que se acercaban los jugadores grandes, ya retirados, y vivían lo nuestro como si fuera de ellos. Esto te ayuda, te une y te da la posibilidad de seguir mejorando. Cuando vas creciendo, llevás al de abajo a que vea; y el jugador que no lo entendía, seguramente se iba del Club. Era un gusto servir al otro, contarle aquello que nos tocó vivir, lo que es la gente, el Club. En Estudiantes llevo ya 50 años; conozco todo: desde el primer hasta el último portero, empleado, etc. Entonces uno lo siente como si fuera su hogar.
¿De qué forma se continúa con este proceso institucional? ¿Cuáles son las claves para seguir mejorando?
-          Hay que seguir con lo que se está haciendo, dándole importancia a las divisiones inferiores, a sus colegios, a su plantel profesional; pero no descuidar lo que es la institución. Fundamentalmente, primero está el Club y después el resto.
¿Cómo transmitís los valores de Estudiantes?
-          Esto se ha ido transmitiendo. Hoy en día Estudiantes tiene más de 40.000 socios, algo impresionante… Muchos, muchos, muchos, creo que debe haber miles y miles de socios jóvenes, que se han acercado, porque vieron lo que es Estudiantes. Ellos son quienes lo siguen a todos lados y quienes van a seguir transmitiendo a sus hijos, amigos, compañeros, familiares, todo lo que es el Club. Tenemos que aprovechar que estos chicos sigan transmitiendo estos valores. Por eso tiene que haber, de parte de la comisión directiva de turno, una claridad institucional para que la gente que venga, pueda ver, disfrutar y seguir viviendo todo lo que vivimos nosotros.