viernes, 18 de marzo de 2011

Entrevista a Juan Ramón Verón

El legado de una mística

A veces en el tiempo suceden armonías secretas, continuidades que evidencian un destino. Los hechos aparecen como relámpagos de sensaciones, marcados por un camino, una huella secreta que espera su futuro.
El andar empieza sin que uno se de cuenta de lo que nos espera en el horizonte. Sobre todo esto, conversamos con Juan Ramón Verón.

Inicios

¿Qué significaba para vos ser futbolista?
-    Pienso que como a todo chico que le gusta el fútbol, la idea era jugar, pero no sabía dónde. Después, cuando me fui a probar a Estudiantes y empecé a jugar, la incertidumbre terminó. A partir de ahí, apareció la posibilidad de llegar algún día a Primera.
¿Con qué ambiente te encontraste? ¿Cómo fuiste forjando tu identidad a través de la identidad del Club, de tus compañeros y del grupo?
-          Creo que tuve la gran suerte de encontrar a dos personas que trabajaban en el Club, el Cholo Stella y Rodolfo Pedrillo, técnicos encargados de las divisiones inferiores. Ellos me ayudaron mucho, ya que cuando tenía entre 15 y 16 años, mi mamá falleció, mi papá se fue a trabajar al interior del país y yo me quedé solo. Así que me trajeron a vivir a la Casa Club. Gracias a este gesto, pasó todo lo que viví, si no, me hubiese ido con mi papá… si no, el fútbol hubiese sido una aventura.

Sacrificio y gloria
La influencia que ciertas personas tienen sobre nosotros nos hace ser mejores. Desde la enseñanza y la comprensión, la exigencia y los valores, casi sin darnos cuenta, vamos creciendo y gestando un legado. 

¿Te dabas cuenta de tu evolución personal? ¿Cómo analizabas tu desarrollo?
-          Notamos un gran cambio cuando vino Zubeldía. Pasamos de ser jugadores aficionados a jugadores profesionales. Hubo un gran cambio, y se notó mucho. El profesionalismo, el estar en cada detalle, el vivir largos períodos en el Country, las concentraciones… Así nuestro grupo de tercera división pasó a jugar en Primera. Empezamos a hacer una buena campaña para lo que era Estudiantes en ese momento. La repetimos al año siguiente y, al tercer año de la llegada de Osvaldo, ya éramos campeones.
En la vida cotidiana de los entrenamientos, ¿cómo se transmitían los valores?, y ¿qué se aprendía de los grandes?
- Esta gente me ayudó mucho, lo que te da pie para que uno no se olvide de ellos. Como a uno lo ayudaron, uno quiere ayudar al que viene detrás. Eso siempre se dio en el Club y por eso están las pensiones de Estudiantes, en donde hay un promedio de 60 ó 70 chicos del interior y de todos lados. El Club está para quien lo necesite. Entonces, todo eso te va dejando algo muy lindo… lo vas aprendiendo sin querer y después, seguramente, vas a ayudar al que viene detrás, y así se va transmitiendo de generación en generación.
¿Cuáles fueron tus sensaciones cuando llegó esa época dorada del Club?
-          Es algo distinto. En ese momento lo vas viviendo, pero no te das cuenta por falta de tiempo ya que al día siguiente tenés que volver a entrenar. Y… el técnico que teníamos… no te dejaba disfrutar. Vivíamos acá. Nos pasábamos semanas y hasta quizá un mes sin salir, jugando partidos, concentrados. Creo que eso ayudó mucho a formar ese gran grupo que éramos: un equipo de 20 ó 22 jugadores que, entrara quien entrara, siempre rendía. 

Grecia y el “después” del fútbol
La distancia y los contextos nos hacen diferentes, nos transforman.

¿Cómo cambió tu vida con tu ida a Grecia? ¿Cómo fue ese momento?
-          Me hizo muy bien. Fueron tres años en un lugar desconocido, pero me fui habituando de a poco. Empecé a bucear, a leer, a visitar lugares, a conocer gente. Todo eso me hizo crecer, y me sentía distinto. Al tercer año ya era otra persona. Actualmente voy cada vez que puedo, ya que conocí mucha gente con la que aún somos amigos.
¿Cómo es la vida en familia después del fútbol?
-          Si bien después tenés mucho tiempo, el perdido no lo recuperás. Gracias a Dios, una vez que me retiré, seguí ligado al fútbol. Creo que el que jugó al fútbol –y aún le gusta– tiene que seguir vinculado a este deporte. 

Sebastián
El orgullo de un padre. La grandeza de un hijo.

¿Cómo fue tu relación con Sebastián, con esto del fútbol, de Estudiantes, de lo qué es el Club?
-          Bueno, con Sebastián… lo de él fue muy especial. Hasta los seis o siete años estaba permanentemente a mi lado. Yo iba al entrenamiento, y venía conmigo. Él siempre estaba con la pelota.
Era algo natural de él…
-          Sí, él quería estar. Ya desde los dos años, o un poco antes, iba conmigo a los entrenamientos, incluso a las concentraciones. No se sentía incómodo, sólo necesitaba la pelota. Eso ayudó mucho.
¿Cómo viviste ese proceso en sus comienzos como jugador?
     -     El tema de ser jugador vino mucho después. Recién a los 15 ó16 años, te das cuenta si va a serlo o no. Mientras tanto, había que tomarlo como algo que le gustaba hacer después del colegio y nada más. El que piensa que antes de esa edad puede saber, se equivoca, porque le vas a exigir cosas que no corresponden.
¿Cuándo te diste cuenta de que había una representación, una continuidad en lo futbolístico?
-          En lo futbolístico… Cuando Sebastián tenía entre 17 y 18 años, pegó un gran salto. Más allá de que había estado en las selecciones juveniles desde los 14, creo que en el Club pegó el salto a los 18 años. Ahí fue cuando se afianzó, cuando los técnicos vieron que era distinto. A partir de ese momento, empezó su carrera.
¿Cómo viviste su carrera? ¿De qué manera lo acompañaste?
-          El acompañamiento grande lo hice cuando él se va de la Argentina. Cuando yo estaba trabajando en Guatemala, se va un tiempito a Boca. Como Bilardo estaba de técnico, no había problema. Pero cuando lo venden a Italia, ahí sí lo acompaño. Fui con él porque el primer tiempo lejos del país es difícil. Luego vino la novia –actualmente su mujer–, y se quedó con él. Así Sebastián fue haciendo su carrera.
¿Cómo viviste su vuelta al Club?
-          Él tenía muy en claro que iba a volver al Club. No sabíamos cuándo. Y finalmente se dio a fines del 2005, cuando vino y me dijo que había cumplido su etapa afuera, luego de casi 10 años. Pegó la vuelta y en un momento excelente, porque en el 2006, Estudiantes arma un buen equipo –uno que venía gestándose– y sale campeón. Desde ese momento, Sebastián está viviendo su sueño: este es su sueño.
En la vida cotidiana, ¿de qué hablan?
-          De fútbol, no, porque pasamos todo el día en el Country. Hablamos de los chicos, de la vida, de sus cosas, de lo que está haciendo, de lo que quiere hacer. Dos de sus grandes sueños son el de Estudiantes a fin de año y el de la Selección en el Mundial. Creo que a partir de ahí, vemos cuándo se retira. 

Estudiantes de La Plata como institución. Mística y valores de un club que quiere seguir creciendo.  
         
¿Cuándo te diste cuenta de que Estudiantes era una gran familia que iba a mantener una estructura, una idea de club?
-          Con nuestra generación, eso empieza a tomar gran fuerza. Había algo más que los resultados deportivos. Nosotros veíamos que se acercaban los jugadores grandes, ya retirados, y vivían lo nuestro como si fuera de ellos. Esto te ayuda, te une y te da la posibilidad de seguir mejorando. Cuando vas creciendo, llevás al de abajo a que vea; y el jugador que no lo entendía, seguramente se iba del Club. Era un gusto servir al otro, contarle aquello que nos tocó vivir, lo que es la gente, el Club. En Estudiantes llevo ya 50 años; conozco todo: desde el primer hasta el último portero, empleado, etc. Entonces uno lo siente como si fuera su hogar.
¿De qué forma se continúa con este proceso institucional? ¿Cuáles son las claves para seguir mejorando?
-          Hay que seguir con lo que se está haciendo, dándole importancia a las divisiones inferiores, a sus colegios, a su plantel profesional; pero no descuidar lo que es la institución. Fundamentalmente, primero está el Club y después el resto.
¿Cómo transmitís los valores de Estudiantes?
-          Esto se ha ido transmitiendo. Hoy en día Estudiantes tiene más de 40.000 socios, algo impresionante… Muchos, muchos, muchos, creo que debe haber miles y miles de socios jóvenes, que se han acercado, porque vieron lo que es Estudiantes. Ellos son quienes lo siguen a todos lados y quienes van a seguir transmitiendo a sus hijos, amigos, compañeros, familiares, todo lo que es el Club. Tenemos que aprovechar que estos chicos sigan transmitiendo estos valores. Por eso tiene que haber, de parte de la comisión directiva de turno, una claridad institucional para que la gente que venga, pueda ver, disfrutar y seguir viviendo todo lo que vivimos nosotros.

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