viernes, 18 de marzo de 2011

Entrevista a Juan Alberto Badia (Revista Now)


Veranos de radio

Algunos nombres permanecen en la memoria de la gente de manera singular. Se forma una relación afectuosa a través de los medios de comunicación. La radio y la televisión forman parte del universo de Juan Alberto Badía y de su público. En esta nota con Now!, hablamos con Badía sobre sus días de radio en Pinamar, su pasión por The Beatles y sus 40 años de trayectoria.

¿Qué significa para vos trabajar en los veranos?
Hago una rutina hace 20 temporadas consecutivas, que antes hacía en Mar del Plata. Es parte de una rutina de vida. A las diez de la noche, siempre ceno en la terraza de la radio. Aquí transmito la bienvenida del año nuevo, y se reúnen 5000, 6000 personas, hay fuegos artificiales, bailes, etcétera.

¿Cómo fueron esos primeros años? ¿Cuáles son tus recuerdos de aquellas temporadas de trabajo?
Antes de 1999 eran vacaciones con un ratito de radio, amigos, familia y playa. Cuando me dieron la licencia de la radio, empecé a armar una radio y se convirtió en trabajo y en un mínimo de vacaciones. Ese fue el cambio. Antes hacía las temporadas en Mar del Plata y me parecía pesado trabajar en verano. Cuando empecé a venir a Pinamar en 1990, donde fui casi un pionero, había una sola radio. Sentí que había encontrado el paraíso. Vine con mi familia, mis amigos; los arríe a todos para acá.

¿Qué tiene Pinamar que te gusta tanto?
En aquel tiempo..., su “cosa” relajada; las vacaciones de verdad, más agrestes y naturales. Sentía una diferencia con esa gran ciudad que es Mar del Plata. Ahora sigue conservando la misma playa, el mismo mar, el mismo verde, pero se ha ampliado muchísimo. Recuerdo que en 1995 compré mi casa allá en el norte, y era la única de la manzana. Hoy no queda nada, no quedó ni un terreno. Sin duda, Pinamar tuvo un gran progreso durante estos 20 años.

¿En qué momento te encuentra tu vida ahora? ¿Cuáles son tus proyectos?
Mi vida me encuentra agradecido. Me parece mentira haber pasado 40 años trabajando en lo que me gusta, ser hoy el referente de algunos jóvenes y poder trasladarles lo que pienso de mi profesión, y haber cosechado tantos amigos. Uno de ellos lleva el nombre de este mirador, “el gallego” Víctor Sueiro; por él vine a Pinamar. Me encuentra abuelo, enamorado, trabajando, muy agradecido y feliz. Me siento pleno en esta vida, a pesar de que sé que me quedan cosas por hacer; no laborales, sino como persona.

¿Cuáles son tus sensaciones cuando recorrés el país y ves lugares tan distantes del foco de los medios y ves expresiones o sensaciones que quieren ser…?
Me da bronca que no podamos ser de otra manera, al tener el país que tenemos y al tener esa gente que no sale en los diarios, porque no ha hecho nada terrible, ni bueno ni malo. Es ridículo que no sepamos cómo hacer para que estas personas, con esperanzas y ganas, sobresalgan en la Argentina, y que no lo hagan aquellas que nos frustran. Tenemos un país maravilloso, no sólo por los recursos naturales y humanos; pero bueno, yo no sé si voy a poder ver un cambio, porque, en el mejor de los casos, tiene que haber uno en la formación y en la educación de un par de generaciones. Nos hemos criado detrás del facilismo, del dinero, del éxito, de la fama. Actualmente, a través de los medios, estamos metiendo esa información todo el tiempo. Me da bronca.

En cuanto a tu trabajo, ¿cómo preparás las entrevistas?
No soy periodista. Yo soy locutor, entrevistador, charlatán, conversador. Entonces, es difícil que vea a Sábato y, cuando vaya a entrevistarlo, diga: “Voy a hacer la nota de mi vida”, o entreviste a Paul Mc Cartney y diga: “No me voy a perder de preguntar…”. No, no, no. Yo charlo, trato de sacarle a la gente las cosas que me parece que tengo ganas de escuchar y de sentir.

Contanos de tu experiencia y fanatismo con los Beatles.
Eso no tiene que ver con los medios, sino con mi adolescencia. Tiene que ver con Ramos Mejía y con mi amigo Alberto del Piore, cuyo padre era ferroviario y trajo el primer disco de los Beatles al barrio. El estúpido fui yo, ya que un día, allá por 1970, año en que me recibo y los Beatles se separan, digo: “No voy a dejar que los olviden” y arranco con la beatlemanía. No bien pude, en el primer programa de radio, los pasé. Pero lo hice para que la gente no los olvide. ¡Mirá que tonto! Pasaron 40 años, y los tipos siguen sacando discos. ¡Qué bárbaro!

¿Qué sentiste cuando entrevistaste a alguno de ellos?
Sólo entrevisté a Mc Cartney. A Harrison sólo le di la mano en Río de Janeiro;  a Ringo no lo conozco personalmente, y con John, me cancelaron la nota a último momento. Paul Mc Cartney es un seductor. El reportaje más fácil de mi vida lo hice con él. ¡Imaginate!, yo estaba en Toulon, Francia, esperando la entrevista, que se hacía en el backstage de su espectáculo, cuando él llegó y dijo: “Juan Alberto Badía, ¿no? ¿Vas a escribir, alguna vez, un libro mío? Porque sé que escribiste uno sobre John”. Esto habla de quién es él: gracias a alguien que le dice dos o tres cosas, sabía, de antemano, quién lo iba a entrevistar, y utilizó conmigo todo el español que aprendió en el colegio. No se evitó ni el autógrafo, que también lo escribió en español.

¿Qué cosas te quedan de esa charla? ¿Qué recordás?
Recuerdo todo. Te puedo repetir los 25 minutos si querés. Por ejemplo, el momento cuando me contó cómo cambió su vida a partir del asesinato de Lennon. No sólo por la ausencia de John —con quien se veía más de lo que el periodismo y la gente decía—, sino por el miedo que este mundo loco le generó. Fue el momento en que se dio cuenta de que el mundo estaba realmente mal. Escucharlo hablar de “miedo”, me impresionó. Después te puedo contar de sus recuerdos sobre los Beatles, sobre John, sobre su amor…, y de cómo se dio cuenta de que su relación con el mundo era más natural y menos ficticia. Él, que venía de todo lo ficticio, de todo lo antinatural, de las drogas, pudo reivindicar su vida, al descubrir la relación del hombre con la naturaleza. Un tipo muy interesante.

¿Qué significa para vos el rock nacional?
Lo vi nacer, vivir y lo difundí. Soy amigo de muchos representantes de nuestro rock. Queda mal decir que los Beatles influyeron muchísimo, pero así fue. Su música era muy fuerte como el hecho de no poder cantarla en español. Para los que escuchaban música en inglés, era grasa cantar rock en nuestro idioma; había desprecio por quienes lo hacían. Pero esto cambia de golpe con los Spinetta, los Nebia. Ellos empiezan a ligar esa música con nuestro idioma, y luego el tango se mete en el rock y genera algo nuevo, distinto. Incluso el folclore había empezado a fusionarse en los 60. Agradezco tanto a aquellos, como Lito Nebia, que empezaron esto. Es riquísimo nuestro rock nacional: León Gieco, Víctor Heredia, entre otros, son para todo el mundo de habla hispana. Más allá de que en la actualidad no aparezcan demasiadas cosas nuevas, y el rock se haya puesto más narrador y menos poético en algunas de sus expresiones, el rock nacional marcó una etapa y su desarrollo no se va a detener. Tenemos una marca registrada. Forma parte de las músicas nacionales argentinas: el tango, el folclore y el rock nacional.

Juan Alberto Badía lanzará The Beatles por Badía, un libro con dos DVD. Una mirada personal en clave autobiográfica sobre el fenómeno mundial de los Beatles.

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